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El proyecto de Cuba para disminuir las importaciones de arroz esta bien definido
Alcanzar esta meta requerirá cubrir el déficit de secaderos y otros recursos para la postcosecha, además de la degradación de los suelos y la escasa aplicación de las Ciencias Sociales para organizar los procesos productivos

Segisberto Santos se pregunta por qué el país importa, a precios que rondan los 1 100 dólares la tonelada, más del 80 por ciento del arroz que consumimos, mientras en lugares de la zona norte de Villa Clara no se recoge la totalidad de este cereal, y una parte termina en las cochiqueras como alimento animal.

«Se muele arroz cosechado en el sector no especializado para alimentar cerdos, porque a veces no hay quien lo compre. Es paradójico que esto ocurra con todas las dificultades que existen para alimentar a nuestra población, que consume más de 600 000 toneladas anuales», asevera este campesino de la Cooperativa de Créditos y Servicios Damián Cabrera, en el municipio de Placetas, en Villa Clara, quien está considerado como uno de los mejores productores de semilla de arroz en el país.

Una indagación periodística de este diario constató que el mayor escollo para la producción arrocera es la obtención de semilla. Para lograrla bien seca y sana se cuenta con pocos medios; y por eso hay quienes para salir del arroz húmedo, se lo venden al primero que lo compre, aunque sea para alimentar animales.

La investigación de JR constató que, aunque una parte de las cosechas campesinas son usadas tradicionalmente para ese propósito, mejores fórmulas de contratación y compra a los productores, que realizan enormes esfuerzos para lograr sus cosechas a pesar de las carencias de recursos, contribuiría a regular esta tendencia.

Los estimulantes precios del programa porcino, unido a las fallas en el suministro de alimentos necesarios para el mismo, favorecen esta situación, que no todos ven con iguales ojos.

El programa arrocero nacional hasta el 2013 está bien definido, pero alcanzarlo demanda sortear no pocos escollos financieros y organizativos, pese a la voluntad de superarlos entre los campesinos y sus representantes, y los encargados de liderar este proyecto.

«No existen mantas para el secado. En caso de que lo sequemos de manera alternativa, en orillas de autopistas, luego no tenemos bolsas para recogerlo, pues no se las venden a los campesinos», advierte Segisberto.

Aunque el suministro de simiente, a través de las instituciones especializadas del Instituto de Investigaciones del Arroz, ha surtido una gran cantidad de líneas y variedades, la producción de semilla es un desafío tanto para productores especializados como para productores independientes, considera Jorge Hermes Bárcenas, presidente de la CCS 9 de Abril, en Batabanó, La Habana.

«Gracias al apoyo del Instituto de Investigaciones del Arroz en la obtención de variedades mejoradas, no somos tan atacados por el ácaro, el acamado o el complejo del manchado, pero debemos seguir trabajando mucho más en la producción de semillas. Un gran porcentaje del rendimiento del arroz se debe al empleo de una buena simiente», enfatiza.

Segisberto estima que los bancos de semilla no satisfacen la demanda nacional, que deben incrementarse las áreas para este fin, y aprovecharse más las variedades que están probadas contra plagas y enfermedades.

Arroceros consultados en varias provincias del país reconocen que en el sector no especializado la producción de semilla se enfrenta a problemas serios, como el corte, la trilla, el secado y conservación de la semilla.

«Sale demasiado caro y engorroso el proceso, y se mezclan las variedades que cultivamos al tener que secarlas en las orillas de las carreteras. Ocurre lo mismo si lo hacemos en las trilladoras tradicionales de tracción mecánica», agrega Alberto Broche, un productor pinareño.

El reclamo de la capacitación postcosecha y el aseguramiento de algunos medios imprescindibles para que estas variedades se mantengan puras y se siembren con todo el vigor necesario, es tema constante de quienes se dedican a la obtención de semilla.

«La producción de simiente se diferencia en algunos aspectos de la destinada al consumo. Lleva una distancia de siembra mucho más amplia, cuidados especiales; debe salir libre de plagas y enfermedades, por lo que necesita un mínimo de insecticidas y fungicidas», señala el campesino villaclareño José Bonachea.

«En condiciones de almacenamiento necesita atenciones especiales para garantizar un alto poder germinativo. Hay variedades, como el INCA LP5, que están afrontando problemas de germinación a partir de los seis meses de almacenaje», afirma el arrocero espirituano René Martínez, quien le concede gran importancia a las labores de rotación y barbecho, para lograr la pureza varietal de la semilla

(Juventud Rebelde)


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