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Pobre produccion de citricos en Cuba en 2007
Si El Naranjo del Patio de Lito no fuera ficción, el misterio del porqué en la novela se secaba esa mata, testigo del decursar de toda una familia, se ha extendido a todo el cítrico criollo.

Y es que la problemática no abarca solo a este naranjo anclado en el patio de una familia que vive en un pueblo de campo, según la obra televisiva. De las más de 112 000 hectáreas de cítricos que Cuba tenía sembradas en la década de los 80 del siglo pasado, pronto apenas quedarán poco más de 30 000.

La merma, que obedece a diversas causas, también se ha hecho sentir en la producción de estos frutales, muchos con más de 35 años de explotación. Del millón de toneladas que logró Cuba en materia de cítricos en el año 1990, cifra histórica nunca más igualada, en 2006 se llegó a las 288 000 toneladas y en 2007 se subió un poco más, a las 370 000 toneladas.

Lo más curioso es que la causa primordial no es, como en otros productos, la falta de mercado. Por el contrario, los cítricos cubanos alcanzan hoy buen precio, tanto la toronja como fruta hasta el jugo concentrado de naranja, muy apreciado en Europa, que por su elevada calidad se utiliza para mejorar el sabor de las mezclas de cítricos adquiridos en otras naciones.

Entonces, ¿dónde están las causas de este declive?

La combinación de campos agotados por años de explotación; la falta de fertilizantes y recursos derivada de la crisis del período especial y del recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos; una secuencia de temporadas ciclónicas especialmente fuertes, que dañaron sensiblemente las principales plantaciones, y por ende facilitaron la entrada de numerosas enfermedades, así como problemas en el manejo de estos cultivos han complicado la situación de los cítricos cubanos.

Sobre lo que el país trata de hacer para resolver esta situación hablamos con Jorge Luis Pérez Hernández, vicepresidente del Grupo Empresarial Frutícola (GEF), que nació de la antigua Corporación Nacional del Cítrico, la cual hasta su nombre ha cambiado, a tono con los nuevos vientos que soplan sobre estos cultivos.

«Lo primordial —asegura— es lograr una mayor eficiencia en la producción de cítricos, para lo cual se requiere una fuerte inversión inicial que ha garantizado el Estado cubano, en aras de lograr que a mediano y largo plazo se recuperen estos cultivos».

Los planes forman parte de un plan perspectivo cuya clave es el desarrollo de una agricultura intensiva, y no extensiva como la que vivía el cítrico hasta hace muy pocos años.

Así, se pasaría de las 112 000 hectáreas a unas 30 000 o 40 000, con nuevas variedades más resistentes a enfermedades, mejores sistemas tecnológicos y de riego, así como un área más estrecha entre planta y planta, al igual que un ciclo de vida más corto.

Eso significaría, entre otros elementos, que las matas vivirían menos, pero aportando mayor productividad, y se adoptará un sistema de plantado paulatino en otros campos, en aras de ir rotando este cultivo tanto entre diversos campos, como con otros frutales.

«Por ejemplo, hoy hemos fomentado que en un mismo campo se siembren y convivan frutales como el cítrico, fruta bomba, guayaba, mango, aguacate y coco, por citar algunos.

«Eso significa que primero entraría en producción la fruta bomba, con un ciclo de ocho meses a un año; después la guayaba, posteriormente la naranja y el mango, el aguacate y hasta el coco, plantado como delimitación entre los campos», argumenta.

«Así, cuando el cítrico deje de ser rentable en un plazo de cinco años o más, de cualquier forma tendríamos otros frutales dando beneficios, lo cual a su vez se traducirá en la preparación de la industria para procesar varias pulpas de frutas y no solo para la creación de jugos concentrados de naranja y toronja».

Este concepto abarca ya en todo el país a unas 160 fincas «integrales» de frutales, repartidas entre las diez empresas citrícolas existentes, otra mixta y una sociedad mercantil, y que tributarán a su vez a las cuatro entidades industriales.

A su vez, la experiencia de estas unidades productivas, con una extensión entre 12 y 20 hectáreas, se continuará extendiendo, pues ya están en proceso de conformación otras 600 fincas «frutales» más.
Historias particulares

Para entender el porqué de estas soluciones hay que remontarse un poco a la historia del cítrico en Cuba, plantación llegada por diversas vías y proveniente de Asia, aunque con historias muy particulares, como es el caso de la toronja en la Isla de la Juventud, llevada allí por colonos norteamericanos.

Con altas o bajas, y planes extensivos que involucraron amplios territorios y marcaron a más de una generación de cubanos —quienes estuvieron en escuelas internas en el campo o realizaban labores agrícolas en el cítrico durante su etapa de estudiantes—, este renglón de la agricultura cubana tuvo su época de oro en la década de los 80, cuando se llegó a producir un millón de toneladas entre naranja y toronja, fundamentalmente, así como algo de limón o pequeños cupos de mandarina, lima y naranja agria.

Pero la historia empezó a cambiar con el derrumbe del campo socialista. Abajo fue el mercado seguro y con precios justos que existía en Europa del Este y la Unión Soviética.

Esa descapitalización del cítrico cubano llegó a un punto casi de cero, y la toronja, otrora codiciada en Europa, inundó los mercados cubanos para, convertida en jugo, casquitos y hasta alguna que otra fantasía culinaria, paliar las necesidades alimentarias.

Pronto se buscaron fórmulas diversas para obtener mercados a través de asociaciones financieras con entidades extranjeras, que aportaron además, recursos y tecnología, y empezó nuevamente a fluir el jugo de naranja y de toronja.

También el desarrollo turístico hizo lo suyo, al garantizar un mercado interno seguro y rentable.

Los ciclones que azotaron a Cuba entre el año 2001 y el 2005 variaron pronto este panorama alentador, aunque no siempre en la misma medida, de otra forma sería difícil explicar por qué en 2003 se acopiaron 672 000 toneladas, 62 por ciento por encima del año anterior.

Empresas como Victoria de Girón, en Jagüey Grande, considerada la mayor del país, aun cuando el ciclón Michelle arrasó con una parte de sus plantaciones en 2001, lograron una rápida reposición de estas. De hecho, en 2003 a esta entidad le fue conferido el Premio al Exportador, por el Ministerio de Comercio Exterior de Cuba. Fue la primera vez que esta distinción se otorgaba a una empresa agrícola.

Recordó Jorge Luis Pérez Hérnández que por ejemplo con el ciclón Charly, que afectó a toda la zona occidental del país en plena época de cosecha, la empresa de Ceiba, en La Habana, por donde pasó el meteoro, quedó con sus producciones casi en cero, mientras que la Isla de la Juventud, «niña preferida» de estos fenómenos, tuvo que aguantar ese tipo de embate durante varios años seguidos, debido a lo cual mermó considerablemente la producción de toronja.

Los ciclones que afectaron a Cuba entre 2001 y 2005 dañaron seriamente la capacidad productiva de los campos de cítricos.
También Pinar del Río tuvo lo suyo, y de unas 5 000 hectáreas apenas quedaron mil, y para colmo la zona oriental, la de menor responsabilidad otrora en estas producciones, sufrió el embate de un fuerte proceso de sequía. Mientras, Jagüey, «el grande» en el tema de la naranja, sufrió cuatro ciclones que ocasionaron daños considerables en el 60 por ciento de sus cultivos.

Pero si bien la situación provocada por los ciclones influyó en la descapitalización del cítrico cubano, hay otros factores que no se pueden olvidar. Las condiciones favorables creadas por los fenómenos naturales, por ejemplo, facilitaron la entrada de plagas diversas o la agudización de otras.

Los «bichitos», algunos ya aplatanados hace rato en los campos criollos y otros que arribaron de regiones tan remotas como Asia, solo necesitaban árboles afectados, condiciones climáticas, falta de insumos y algo de imprevisión para hospedarse en los campos.
Complejo de enfermedades

Huang Long Bing parece un nombre extraído de una película de artes marciales. Sin embargo, este insecto diminuto mide apenas de tres a cuatro milímetros. Es originario de Asia, pero fue detectado por primera vez en el continente americano en 2004, en campos de Sao Pablo, Brasil, uno de los mayores productores citrícolas del continente.

El Huang Long Bing, también conocido como Greening, destruye en muy corto tiempo las plantas en que se hospeda, hasta provocar su muerte. Por eso, la única solución conocida y efectiva para detenerlo, aun cuando se le apliquen paliativos químicos, es erradicar el naranjo infectado.

«Yo no hablaría de una enfermedad, sino de un complejo de enfermedades que hoy afectan a los cítricos cubanos», explica Jorge Luis Pérez. «El problema es que hoy en una planta enferma usted encuentra el Huang Long Bing, pero también la topoxtera, o “la tristeza del cítrico”, porque cuando una mata es atacada por una, eso facilita la entrada de las otras».

Paradójicamente, Cuba posee una amplia y reconocida experiencia internacional en el combate a plagas y enfermedades de este cultivo, e instituciones de gran fortaleza científica, como el Instituto de Investigaciones Citrícolas, adscrito al GEF, del Ministerio de la Agricultura.

«Por eso —ratifica Jorge Luis Pérez— siempre se le prestó atención a este fenómeno, pero hay enfermedades que uno no las ve hasta que están manifestándose, y así ocurre con algunas plagas».

Sin embargo, tanto el áfido pardo, principal vector del virus de la «tristeza del cítrico», como el ácaro del moho, «minador» de la hoja del cítrico, o el Huang Long Bing no son exclusivos de Cuba. Afectan también a otros importantes productores del área, como Brasil, Estados Unidos y México. No obstante, los productores han aprendido a vivir con ellos.

Claro está, mantienen un adecuado sistema de tratamiento fitosanitario a las plantas, y principalmente un replanteo constante de los campos, para evitar que el árbol envejezca y se vuelva más vulnerable a las enfermedades. Es verdad que lleva cuantiosos recursos y de cualquier forma afecta las producciones, como lo demuestra el descenso de estas en el mercado mundial y por ende la elevación de sus precios. Pero por eso mismo, los beneficios que deja el cultivo son mayores y vale la pena el sacrificio.
Nueva política de precios

Según datos suministrados por el Grupo Empresarial Frutícula, con la nueva política de precios aplicada por el Ministerio de la Agricultura, el quintal de naranja destinada a la industria, que antes se pagaba a los productores a 7,30 pesos, ahora valdrá 14,10. A su vez, la que se comercializará como fruta fresca pasa de unos nueve a 16 pesos el quintal; y la toronja destinada a jugo se eleva de 8,40 pesos a 14,19, mientras que la que se beneficiará sube de 9,70 pesos a 17,20. Estos números reconocen una realidad concreta, y es la preocupación del Estado por incentivar en los agricultores el cultivo de los cítricos.

Son importantes estos incentivos estatales en materia de precios a productores individuales, porque en el mercado de oferta y demanda hay buenos dividendos, si tenemos en cuenta que una naranja pelada se vende a un peso, y el zumo natural es muy codiciado.

Así sucede también con el limón, que por cien libras el Estado pagaba 8,50 pesos y ahora dará 16,59, pero que en la oferta y demanda puede llegar cada unidad a valer hasta un peso, dependiendo de la zona del país, la época del año y la escasez del producto, por lo cual se están reevaluando estos precios para aumentarlos.

Los productores individuales que cultivan cítricos en sus fincas y no tienen contratos con empresas especializadas, venden sus frutos a altos precios en el mercado de oferta y demanda.

Favorecer estas contrataciones tendría un impacto positivo para el mercado interno. La situación es más preocupante ya que, como explicó a JR el directivo del GEF, hoy el 80 por ciento de los cítricos que producen las empresas especializadas, incluyendo a UBPC, CPA y CCS, tienen a la exportación como destino, que por otro lado es la única manera de lograr los recursos necesarios para continuar desarrollando este sector, ya que lograr que una hectárea de cítricos alcance niveles eficientes cuesta unos cinco mil dólares.

Tampoco la balanza se comporta igual en todo el país, pues la empresa de Cítricos Ceiba, por ejemplo, en la provincia de La Habana, destina por igual la mitad de sus producciones a la exportación y el otro cincuenta lo envía a la capital, que por sí sola es capaz de consumir hasta 100 000 toneladas, fundamentalmente de naranja, ya que la toronja es menos apreciada.

«Ambas producciones, tanto la de exportación como la destinada al mercado nacional, se han deprimido en igual medida. Incluso estamos tratando de afectar lo menos posible aquellos sectores más priorizados internamente, como la salud, centros educacionales y otros, pero de todas maneras la escasez se nota», afirma Jorge Luis Pérez.

Los trabajadores involucrados estatalmente, continúan recibiendo estímulos, incluso en divisas, lo que hace que el cítrico tenga una fuerza de trabajo más o menos estable, aunque se están instrumentado otros reordenamientos laborales en el área de comercialización y la administrativa, pues se unen las bases productivas y disminuyen empresas.

El panorama del fruto en el país ha ido cambiando a tono con los nuevos tiempos. La Isla de la Juventud, por ejemplo, que llegó a producir 161 000 toneladas, fundamentalmente de toronja, hoy es capaz de dar menos de 10 000 toneladas.

Jagüey Grande sigue siendo el «gigante», seguida de Ceiba, Ceballos y otras zonas de Ciego de Ávila; después la zona Cienfuegos-Arimao; Pinar del Río, casi todo en el occidental municipio de Sandino; la región Oriental, y ha quedado en último lugar la isla pequeña, otrora conocida en todo el mundo por sus famosas toronjas.
Eslabones sueltos

Casas de cultivos tapadas, donde se experimentan nuevas variedades más resistentes —incluso de la naranja Valenciana, la más sembrada en Cuba—, estímulos a los productores, asegurar suelos óptimos, riego con eficiencia y garantía de agua, así como una constante renovación de árboles para tener nuevos campos produciendo antes de que se agoten los sembrados, son parte de un engranaje estratégico a nivel del país.

La diversificación de las zonas productivas, su reducción en busca de mayor eficiencia, la lucha contra las plagas y enfermedades y mayor desarrollo de industrias de beneficio y procesamiento, no solo de cítricos, también son eslabones de una cadena que hoy se aspira a forjar sólida de una vez y por todas.

El plan perspectivo, si sale todo como está previsto, es comenzar a recuperar las otrora millonarias cifras a partir del 2013. Para esa fecha, naranja, toronja y limón deben formar parte del cultivo de frutales en Cuba, que el año pasado alcanzó el millón de quintales, número alto, pero aún insuficiente para la demanda.

Quedan asignaturas pendientes, y muchas difíciles de aprobar. Desde acabar de descifrar los mecanismos de comercialización, hasta mantener e incrementar las posiciones que por su calidad ha ganado el cítrico cubano en el mercado mundial.

Todos estos elementos, y otros, deberán conjugarse adecuadamente para lograr que vuelva a ser dulce el hoy difícil camino del cítrico cubano.

De los cítricos cubanos se obtienen, con destino a la exportación, fruta fresca, jugo y aceite, productos que se comercializan fundamentalmente en Europa, aunque algunas cantidades se han enviado a zonas del Caribe, América Latina y países asiáticos como Japón.

La toronja goza de una posición privilegiada, porque su cosecha, al estar Cuba cerca de la zona ecuatorial, se realiza cuando ya concluyó la del hemisferio sur y no ha empezado la del norte, lo que le garantiza una demanda segura.

Variedades citrícolas nacionales

Según datos expuestos en la Conferencia de la Industria Citrícola de Cuba: crecimiento y perspectivas, celebrada en La Habana en mayo de 2003, las especies de cítricos predominantes en Cuba son las naranjas y pomelos (toronjas), con alrededor de 95 por ciento de la producción. Otros de menor importancia son las limas y limones, mandarinas e híbridos.

La naranja que se cultiva es fundamentalmente la Valenciana, aunque hay algunas variedades de maduración temprana, como la Navel y la China, que no se industrializan por su bajo contenido de sólidos solubles.

En la toronja la variedad principal es la Marsh, que en su mayor parte se procesa industrialmente; mientras que la Ruby Red se exporta como fruta fresca, aunque se han introducido otras variedades como la Star Ruby y la Río Red.

(Juventud Rebelde)

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