<p style="text-align: justify;">Por Patricia Grogg. LA HABANA, jul (IPS) - "No soy racista, pero, cuando de noche veo que tres negros se van a cruzar conmigo, me cambio de acera". "Ese negro es mi amigo, pero no mi cuñado". "¿Racista yo?, ¡qué va!, pero que mi hija se case con un negro….". Así se contradice a diario una legislación que en Cuba condena todo tipo de discriminación. Basándose en investigaciones del Instituto Cubano de Antropología, su director, Pablo Rodríguez, definió el fenómeno como el "racismo de pero", un modo usual de declararse libre de prejuicios por el color de la piel, para luego exteriorizar concepciones negativas y de rechazo hacia las personas no blancas.</p>