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  • Publicado por: lena campos
  • 01 / 01 / 2014


Durante sus primeros años en Estados Unidos, después de llegar de Cuba en la década de los sesenta, Gustavo Pérez Firmat y su familia ofrecían un brindis con la convicción de que algún día se haría realidad.

“¡El próximo año en Cuba!”, decían los padres y los abuelos de Pérez Firmat, alzando sus copas en las fiestas de Navidad y Año Nuevo.

Era un brindis popular para el exilio cubano de la generación que se exilió tras la revolución de 1959 que llevó al poder a Fidel Castro. En Miami y otras ciudades del mundo, era una frase que reflejaba su fe de que era sólo cuestión de tiempo hasta que la revolución fracasara, y que todos podrían regresar a su tierra.

Han pasado más de cinco décadas. Los padres de Pérez Firmat ya fallecieron. Y ya no tienen razón para repetir ese brindis.

“Sería muy doloroso hacerlo hoy”, dijo Pérez Firmat, un autor y profesor en la Universidad de Columbia.

Con el paso de otro año, muchos exiliados cubanos mantendrán la tradición de brindar por un regreso a su tierra natal. Pero a medida que las nuevas generaciones echan raíces en Estados Unidos, y los nuevos inmigrantes regresan con frecuencia a la isla para ver a sus familiares, el brindis se convierte más y más en un recuerdo de otros tiempos.

“Hoy en día es más una plegaria por la libertad”, opina Marta Darby, quien salió de Cuba a los 6 años de edad y todavía ofrece el brindis, aunque con un significado distinto. “Ahora somos más estadounidenses, nuestras vidas están aquí”.

En cierta manera, la desaparición del brindis es símbolo de cómo ha cambiado el exilio cubano.

Cada vez menos cubanos desean regresar a la isla, aun si hubiera un gobierno democrático. En el 2000, el 22.6 por ciento de los cubanos en Florida decían que “muy probablemente” volvería, según una encuesta de la Universidad Internacional de la Florida en Miami. Siete años después, la cifra bajó a 15.6 por ciento.

El sueño de regresar a Cuba, a medida que pasan las generaciones, se ha convertido en el deseo de establecerse en Estados Unidos.

“Creo que el principal factor ha sido el paso del tiempo, especialmente cuando se trata de la generación antigua, que ahora ya están arraigados en Miami”, dijo Jorge Duany, director del Instituto de Estudios Cubano de la Universidad Internacional de Florida.

La comunidad cubanoamericana es una de los grupos hispanos mejor asimilados a la vida en Estados Unidos. Se han establecido en el mundo empresarial, en la política y en la educación. Hay cubanos tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado de la nación.

Un estudio del Centro de Estudios Hispanos Pew halló que los cubanos son el grupo de inmigrantes más propensos a decir que tienen “sólo un poco” o “casi nada” en común con la población del país natal de sus antecesores.

Al mismo tiempo, la inmigración más reciente desde Cuba ha transformado la comunidad cubanoamericana. Durante los últimos diez años más de 30,000 cubanos han inmigrado a Estados Unidos anualmente, la mayor cantidad de exiliados en un espacio de 10 años desde el inicio de la revolución.

Estos inmigrantes más recientes tienen escasas reservas sobre la posibilidad de regresar a Cuba a ver a sus familiares, a diferencia de los primeros exiliados, para quienes volver a Cuba equivalía a una traición.

“Es difícil decir `El próximo año en Cuba' si la próxima semana estás viajando a La Habana”, dijo Pérez Firmat.

Para Jorge Sacerio, un técnico de aire acondicionado de 47 años de edad que salió de Cuba en el 2001, “el próximo año en Cuba” no es un deseo sino una realidad, pues irá allá en marzo.

Nunca antes había escuchado ese brindis.

“Me gusta, suena bien”, comentó mientras descansaba en el Palacio de los Jugos, un restaurante cubano en Miami.

Aun así, hay todavía quienes se aferran a ese brindis, y la esperanza que albergaba décadas atrás.

“Lo digo todos los años y este año lo diré también”, comentó Adys Mesa, de 73 años, residente de Miami quien salió de Cuba en 1965.

Para ella, el brindis significa un deseo de que haya cambios en Cuba que le permitan vivir allí de nuevo.

“Sueño con eso todos los días, yo no me he olvidado”, dijo Mesa tomándose un café con leche con dos amigas.

Al mismo tiempo, reconoce que la Cuba de sus recuerdos “ya no existe”.

Darby también ofrecerá ese brindis, con “creme de vie”, un ponche cubano hecho a base de ron. Pero no hay ilusión de regresar a Cuba, ni para ella, ni para sus hijos, ni para su madre, que ahora tiene 99 años.

La madre fue a Cuba hace un par de años para ver a sus hermanos y “sabía que esa era su despedida”.

Para sus hijos, cuyas edades van de 18 a 30 años, regresar “nunca ha sido una realidad”.

“Es como recordar a la familia de uno, recordar de dónde vino la familia de uno”, dijo Darby.

Pérez Firmat, cuya autobiografía se llama El próximo año en Cuba, dijo que su brindis y celebración de Nochebuena, tan importante para los cubanos, esta vez será solamente para festejar la Navidad.

La memoria de los antepasados fallecidos, de los sueños truncados, sin embargo, vivirá eternamente, dice.

“Tendré mi celebración privada con mis fantasmas cubanos”, expresó.

Fuente: El Nuevo Herald

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