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El ingeniero eléctrico Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, de 52 años, tiene una muy difícil misión por delante: ser el número dos de un gobierno que durante más de cinco décadas se ha movido bajo los designos totalitarios de Fidel y Raúl Castro.

No lo tendrá sencillo si tenemos en cuenta que su actual cargo y su juventud lo apuntalan como sucesor del actual presidente, aunque cinco años en política suele resultar mucho tiempo.

El flamante nuevo vicepresidente primero del Consejo de Estado y de Ministros conoce muy bien las interioridades de un sistema en el que se ha desenvuelto en diversas responsabilidades, entre ellas 15 años como primer secretario del Partido Comunista de Cuba en las provincias de Villa Clara y Holguín, con resultados alentadores según las emulaciones socialistas, o lo que es lo mismo, el otorgamiento de sedes para la celebración central del acto por la efeméride del 26 de Julio.

Cada uno de sus ascensos y movimientos han sido en coyunturas especialmente complejas dentro del entramado de la isla.

En Villa Clara, su provincia natal, comenzó a dirigir el Partido en 1993, en los momentos más críticos que ha vivido la sociedad cubana en cuanto a carencias materiales desde el triunfo de la revolución de Fidel Castro. Junto a él fueron ascendidos al mismo cargo Jorge Luis Sierra, en  Holguín, y Yadira García, en Matanzas, ambos defenestrados y olvidados hoy.

Dos grandes eventos que pusieron las miradas internacionales sobre Villa Clara, lo ratificaron como un dirigente previsor y capaz de mantener bajo estricto control los aspectos organizativos en momentos cruciales: la movilización por el retorno de los restos del Che Guevara para ser depositados en su mausoleo en tierras villaclareñas, en octubre de 1997, y la visita del Papa Juan Pablo II a Santa Clara, en enero de 1998.

De aquella prometedora hornada de valerosos e impetuosos jóvenes seguidores de las ideas y el actuar de Fidel Castro (Felipe Pérez Roque, Carlos Valenciaga, Juan Carlos Robinson, Carlos Lage, Otto Rivero, Sierra y García), solo Díaz Canel continúa en el juego político.

Promotor de la cultura
En pleno 2003 llegó a Holguín, una provincia considerada entre las más complejas del país por abarcar un alto número poblacional, numerosas industrias, entre ellas el níquel y el turismo, además de tener una extensión territorial considerable. Lo designaron para sustituir a Sierra, hasta entonces un niño mimado que iba directo a comandar el Ministerio del Transporte.

En la provincia holguinera tuvo primero que luchar para ser aceptado, porque en muchos sectores, fundamentalmente el industrial, provocaba temores al ser abiertamente partidario de apoyar la cultura y destinar recursos al fomento de festivales y eventos.

Se embarcó allí en un ambicioso proyecto de rescate de los centros históricos citadinos y dotarlos de restaurantes y otros sitios de esparcimiento, de los cuales hoy poco queda, porque su sucesor no comparte las mismas ideas. Además, su iniciativa levantó en aquel momento numerosas quejas de la población por cerrar el paso en calles céntricas e invertir recursos en un programa que denominó Imagen, por una ciudad distinta.

Como parte de este reconstruyó hoteles y calles, y abrió numerosos centros nocturnos, entre ellos La Caverna de los Beatles, proyecto personal si tenemos en cuenta que es amante de la música del cuarteto de Liverpool.

En Holguín tuvo que enfrentarse a una aguda sequía, aunque la etapa más difícil como primer secretario partidista fue en el 2008-2009, tras el azote del huracán Ike. Su inmediata movilización y respuesta consolidó su misión y a ojos de los hermanos Castro lo catapultó como el dirigente que ellos esperan: capaz de responder rápidamente ante cualquier situación o emergencia.

Batallas en el sistema universitario
De este cargo fue promovido con bombo y platillo hacia la capital como Ministro de Educacion Superior, en un momento de pleno descenso de esta rama. En el nuevo escenario le tocó implementar una restructuración de todo el sistema de ingreso a las universidades, además de sustituir a Juan Vela como ministro de Educación Superior.

Nuevamente tuvo que luchar contra viento y marea para ganarse a los viejos cuadros académicos, quienes entre otras cosas le exigían un título de Máster, el cual obtuvo. Sin embargo, siempre dejó muy claro que su papel al frente del sistema universitario cubano era abrir las aulas a quienes fueran "verdaderamente revolucionarios". En esta etapa su bandera fue el afianzamiento de la ideología dentro del claustro y el estudiantado.

Durante su etapa como Ministro, Diaz Canel estuvo muy ligado a José Ramón Fernández, el Gallego, por entonces vicepresidente del Consejo de Estado y actual presidente del Comité Olímpico  Cubano, quien lo adiestró y lo involucró además en las esferas del deporte, la ciencia y la educación a todos los niveles.

¿Qué habilidades ha puesto en práctica Díaz Canel para lograr sobrevivir en tiempos tan convulsos? ¿Cómo ha podido sortear con inteligencia cada batalla en el seno del Partido Comunista, optando siempre por defender los planteamientos de Fidel y Raúl Castro por encima de toda duda?

Alejado de escándalos y corruptelas
Hombre inteligente y calculador, tampoco ha estado rodeado de escándalos de corrupción en su entorno más cercano. Una de las anécdotas más populares en Holguín fue que tras su primer divorcio decidió irse a vivir a un apartamento con su actual esposa, desechando la casa de visita y otras instalaciones más cómodas puestas a su disposición.

También fue conocido como el Primer Secretario atleta, pues todas las tardes hacía caminando el recorrido desde su oficina a la casa, unas dos millas, lo cual le granjeó cierta popularidad, en contraste con el actual primer secretario partidista de Holguín, Jorge Cuevas Ramos, quien desde su llegada al territorio escogió una céntrica casa perteneciente a una familia que emigró a Estados Unidos.

De Díaz Canel no cabe esperar mucho a corto plazo. Es solo la bandera de una transición que será lenta pero inminentemente y segura. A pesar del cargo, pocas libertades tendrá y será estrechamente escrutado a cada paso.

Su posición tiene el espaldarazo de Raúl Castro, que le extendió un aval de confiabilidad ante la generación histórica, pero no puede permitirse errores ni dejar margen de dudas como continuador de la herencia política de sus antecesores al mando. Como la más fuerte apuesta para guiar las riendas del país a mediano plazo, no estará exento de de las suspicacias, los recelos y las envidias que permean y enrarecen el ámbito gubernamental, las esferas militares y los círculos familiares de los Castro, a los cuales no pertenece.

Hoy Miguelito, como afablemente le dice Raúl Castro en el entorno más íntimo, es la mejor cara que el sistema puede presentar internacionalmente a manera de imagen política. Un hombre de buen vestir, conversador, cauto, conocedor de las interioridades del régimen y de cierta manera abierto a un diálogo del cual todavía no se han dicho las primeras palabras.

Fuente: CafeFuerte.com

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