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De sus hornos salen más de mil kilos de dulces Santa Teresa para presidir las mesas de la ciudad estos días de diciembre.

La pastelería del Casco Antiguo se llena de pacenses que buscan sus polvorones cada Navidad, producen todo el día en los hornos de la confitería desde noviembre hasta que llega el nuevo año.


1.000 kilogramos de esta torta terminan en las mesas de los pacenses cada año por Navidad.

¿Qué tendrán los polvorones de La Cubana que conquistan el paladar de tantos pacenses cada Navidad? Para sus propietarios la respuesta es clara: es el dulce de toda la vida elaborado artesanalmente.

Pero, además, el secreto de los confites navideños más famosos de Badajoz está en su toque final: azúcar y canela. De sus hornos salen cada día 1.636 polvorones. La temporada empieza una vez que pasa la fiesta de Todos los Santos y termina cuando los Reyes Magos salen de Badajoz. En estos dos meses, la confitería de la calle Francisco Pizarro elabora más de mil kilos. Todos se venden.

La segunda generación de la familia Martínez los elabora artesanalmente para que se deshagan en la boca hasta quedar reducidos a polvo. Los cuatro hermanos aprendieron el oficio de su padre, que se llevó desde los 13 años hasta su jubilación junto a los hornos de La Cubana.

Juan Martínez pasó por todos los peldaños del negocio: de aprendiz a propietario. Y nunca cambió la receta. Sus hijos siguen con especial mimo los pasos que les enseñó para preparar estos dulces navideños.

Seis personas se encargan de los hornos y de llevar a cabo la fórmula navideña para que los polvorones queden perfectos. Ponen todos los ingredientes en su justa medida, los introducen en la mezcladora, sacan la pasta, la extienden sobre la mesa y la cortan con un molde.

Todos con la misma medida. De ahí al horno. Y los espolvorean con azúcar y canela, que es lo que les da su particular sabor. A mano cogen cada dulce y lo envuelven en un papel blanco en el que se puede ver el tradicional escudo de la confitería y el nombre del polvorón: Santa Teresa. Antes los papeles eran de colores, ahora siempre son blancos.

Este proceso se prolonga durante un día. Los amasan por la mañana, les dan forma al mediodía y los introducen directamente en el horno. Por la tarde, los empaquetan a mano. De ahí a los mostradores de la tienda, donde otras cuatro personas atienden a los pacenses que hacen cola estos días.

Cada tanda de masa produce 96 polvorones. Y cada día elaboran 16. Así que 1.636 polvorones salen de la trastienda cada jornada durante dos meses.

No sólo polvorones En Navidad la pastelería de la calle Francisco Pizarro está a reventar. Las colas nunca se acaban. Gente que busca huevo hilado, anguilas rellena de cabello de ángel, marquesitas, mazapanes, pan de Cádiz, pasta de almendras o turrón y cientos de polvorones. Dentro de unos días comenzarán las filas para recoger el roscón de reyes. Ahora no hay descanso.

Los pacenses esperan a que sus majestades de Oriente salgan de la capital para volver a prometerse que cuidarán la línea. Sin embargo, en la pastelería saben que quien es goloso se pasa el año comiendo dulces. Cuando terminen estas fiestas seguirán varias semanas pidiendo sus polvorones. Después volverán a sus famosos bollos y tartas.

La pastelería ha notado la crisis, pero poco. La clientela sigue siendo fiel a sus polvorones como cada diciembre. La diferencia está en que si antes se llevaban un kilo de cada producto, ahora piden medio o tres cuartos.

Más que la mala situación económica, La Cubana ha notado que cada vez abren más pastelerías por toda la ciudad. Los hermanos Martínez juegan con la baza de la tradición. Por eso aún mantienen el local como era en 1890. Las sucesivas reformas y las manitas de pintura han permitido conservar el sabor de este establecimiento, que se parece mucho al de sus tradicionales polvorones Santa Teresa.

Fuente: www.hoy.es/

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