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Muchos ecosistemas de Cuba resultaron afectados por los huracanes Gustav e Ike
Un invaluable impacto en la naturaleza cubana tuvieron los recientes huracanes que afectaron el archipiélago cubano, los cuales ocasionaron daños en ecosistemas protegidos y en instalaciones científicas dedicadas a su estudio.

En Pinar del Río, azotado dos veces por la fuerza de los meteoros, se contabilizan diversos grados de destrucción en sitios como las Reservas de la Biosfera Valle de Viñales y Sierra del Rosario, o lugares mundialmente conocidos como Mil Cumbres o Las Terrazas.

En el Orquideario de Soroa se trabaja intensamente para reponer las especies plantadas en exteriores, muchas de las cuales se perdieron, aunque la previsión de los científicos permitió resguardar en lugares seguros las 450 especies de orquídeas del parque.

No obstante, el efecto negativo en el bosque, según autoridades de este centro, tomará varios años para eliminarse totalmente y ya se hace sentir en la fauna, parte de la cual pudiera disminuir sensiblemente, en especial aves, ante la falta de alimento.

También se estudian los efectos que a corto, mediano y largo plazo causarán los destrozos dejados por Gustav e Ike en lugares como Viñales o la Isla de la Juventud.

Mientras, en la zona central de país, la Sierra de Bamburanao y el macizo de Guamuhaya figuran en la lista de lugares dañados, y en su costa norte se reporta la destrucción y erosión de la playa artificial de Caibarién, así como diversos grados de afectación en los cayos Santa María, Las Brujas y Ensenachos.

Según manifestó a la AIN Lourdes Costello, directora de la Unidad de Gestión del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en Villa Clara, en el área protegida marina Lanzanillo-Pajonal-Fragoso el principal impacto fue el derribo de palmas en el Yanal, lugar ubicado en uno de los cayos; y en Las Picúas-Cayo del Cristo, zona de igual categoría, se presumen daños en la anidación de tortugas, que ocurre en esta época del año.

Ike también se ensañó con el macizo oriental Nipe-Sagua-Baracoa, que se distingue por ser uno de los emporios de flora, fauna y agua más importante en el Caribe Insular.

Esta región, incluida entre los 34 puntos «calien- tes» de biodiversidad identificados en el planeta, alberga en unos 7 000 kilómetros cuadrados —apenas el siete por ciento de las tierras de Cuba— los 23 tipos de paisajes que existen en la Isla.

Aunque todavía es muy temprano para determinar el impacto negativo de los huracanes sobre esta zona, tanto las penetraciones del mar como las crecidas de ríos y la pérdida de bosque, debido a los fuertes vientos, se consideran negativas para la estabilidad de la zona.

A todo lo anterior se suma el efecto antrópico sobre muchos de estos lugares, ya que la actuación del hombre resulta mucho más dañina que los mismos fenómenos naturales.

Paradójicamente, el principal huracán y el más dañino en la naturaleza es el propio ser humano, ya que los ecosistemas están acostumbrados a estos fenómenos y se readaptan, siempre y cuando la mano del hombre no accione negativamente.

Los huracanes incluso pueden dejar saldos positivos en la naturaleza, como ocurrió con el incremento de arena en la cayería nordeste de Villa Clara, o el humedecimiento provocado por las precipitaciones en la llanura costera, severamente afectada por la sequía de los últimos años.

A largo plazo, sin embargo, se avizoran otros peligros, como la creciente cantidad de materia combustible acumulada en los bosques por el derribo de hojas, ramas y hasta de árboles, la cual pudiera provocar incendios en la época de sequía, que debe comenzar cuando finalice la actual temporada ciclónica.

(Juventud Rebelde)









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