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Los lazos entre Cayo Hueso y Cuba van mucho más allá del emblemático Southernmost Point o punto cero en el que hacen cola alrededor de un millón de turistas que visitan anualmente el paradisíaco destino. Separadas apenas por 90 millas, el fascinante entramado históricocultural entre ambas islas se pierde en el tiempo y puede trazarse desde los desplazamientos aborígenes propios del área caribeña, la recurrencia de corsarios y piratas, las migraciones de tabacaleros cubanos que, como consecuencia de la Guerra de los Diez Años (1868-1878), se establecen en Cayo Hueso abriendo sus chinchales y comenzando la producción de “habanos libres”, hasta las emigraciones recientes de cubanos que abandonan la isla en rudimentarias embarcaciones atravesando el estrecho de la Florida y que junto a la caprichosa boya de concreto son conmemorados con una tarja.

El vínculo entre Cayo Hueso y La Habana llega al punto de que los españoles, después de ceder La Florida a los ingleses a cambio de La Habana en 1763, reclamaron Cayo Hueso argumentando que éste era parte del norte de La Habana. Y cuando en 1982, la Patrulla Fronteriza estableció un punto de control antidrogas en la US-1 (único camino de acceso por tierra hacia Los Cayos), Key West declaró su independencia de Estados Unidos, argumentando, incluso, que estaban más próximos geográficamente de Cuba que del territorio norteamericano. Es el nacimiento de la República de la Concha ( The Conch Republic).

Como parte del deseo de rescate de esta fascinante relación, Cayo Hueso ha venido realizando varios intentos recientes como es el caso de la reanudación de los vuelos comerciales entre Cayo Hueso y La Habana en diciembre del 2013 (después de más 50 años de hiato entre los vuelos regulares que tenían lugar entre las dos ciudades) y ahora, la apertura el pasado viernes de la megaexposición One Race, The Human Race / Una raza, La raza humana, organizada por la Gallery on Greene y The Key West Art Studios.

Según sus organizadores, el evento es pionero en su tipo al facilitar un intercambio cultural sin precedentes con “nuestros vecinos 90 millas al sur.” Como parte de este intercambio, el pasado mes de enero abrió en el Museo de Bellas Artes de La Habana la exposición del artista popular cubanoamericano Mario Sánchez (1908-2005). Nieto de emigrantes cubanos radicados en Cayo Hueso hacia la segunda mitad del siglo XIX, las escenas primitivas de Sánchez constituyen estampas cotidianas de la vida y sentir de los Cayos.

Como contrapartida, Cayo Hueso acoge varias exposiciones personales de artistas cubanos procedentes de La Habana.

Expuesta en el Mel Fisher Maritime Museum, la muestra de Sandra Ramos (La Habana, Cuba, 1969) comprende una sopesada selección en torno a una las constantes que ha guiado la obra de la artista durante toda su trayectoria artística: la diáspora cubana. La pieza central, 90 millas, es una instalación transitable realizada con fotografías expuestas sobre cajas de luz que crean la ilusión de un puente transitable que une Cayo Hueso y La Habana. La selección comprende además grabados, dibujos y videos alusivos al tema.

Por su parte, Rubén Alpízar (La Habana, Cuba, 1965) se inspira en el legendario ferrocarril sobre el mar de Henry Flagler, alegoría también de un puente quimérico sobre el mar que busca sobrepasar cualquier limitación geográfica gracias al empeño humano. A bordo del tren –que para Alpízar es una suerte de arca– el artista coloca figuras disímiles de la cultura universal. Entre ellas, Dulce María Loynaz, Nelson Mandela, Jackson Pollock, Bola de Nieve, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Ludwig van Beethoven y Albert Einstein, en un intento por superar diferencias culturales e históricas para, al fin, llegar a un entendimiento colectivo.

Reinerio Tamayo (Niquero, Cuba, 1968), cronista sin par de la cultura popular cubana y el choteo, se apropia del béisbol como símbolo de unidad e identidad cultural. Con insuperable humor, Tamayo se apoya en afiches, postales, publicidad, historietas, e imágenes de prensa asociados al deporte, para crear intrincadas fábulas apócrifas que entremezclan figuras de la literatura (Hemingway), el cine (Méliès), el arte (Lichtenstein Kandinsky) , o los clásicos superhéroes de Mattel con parangones del béisbol en un divertido pastiche acerca de la identidad cubana y las tensas relaciones entre Estados Unidos y la isla caribeña.

The Merger, colectivo integrado por Alain Pino (Camagüey, Cuba, 1974), Mario Miguel González (Holguín, Cuba, 1971) y Luis Neils Moleiro (La Habana, Cuba, 1970) presentan sus brillantes esculturas pop en el The Ernest Heminguay Home and Museum. Los artefactos creados por esta empresa artística (como mismo se define el grupo) juegan con la seducción visual –fruto de la realización impecable– y la contradicción inherente a estas relamidas esculturas que dialogan con el acontecer cubano.

Los otros artistas incluidos en One Race, The Human Race son Manuel Mendive, Roberto Fabelo y Rocío García, quienes exponen en The Studios of Key West, así como el colectivo Stainless cuyas obras puedes ser vistas respectivamente en The Oldest House Museum.

Esperemos que One Race, The Human Race sea, al fin, ese puente: el comienzo de un intercambio mucho más fluido y coherente a ambos lados del estrecho floridano.•

Janet Batet es escritora, curadora y crítica de arte. Escribe para diferentes publicaciones, galerías y museos.

‘One Race, The Human Race’, en The Gallery on Greene, hasta el 17 de abril. 606 Greene Street, Key West, Florida 33040, (305) 304-2323. www.galleryongreene.com


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