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Con suma efusividad fueron entonadas y recibidas por el público canciones del rey del reggae Bob Marley. Los temas del cantante, guitarrista y compositor jamaicano fueron interpretados por músicos de Barbados, San Vicente y las Granadinas, Puerto Rico, Cuba y Ecuador que le rindieron homenaje en una gala llena de ritmo.

 

Una multitud de devotos del "rey de reyes" -"king of kings", se escuchaba en medio del auditorio- de la música caribeña, se congregó en el capitalino teatro Mella y vibró con el brío catártico de la percusión, los alaridos cimbreantes o sostenidos de la guitarra eléctrica, el diálogo de los metales y las voces mestizas venidas de diversos puntos de este mar.

El trovador cubano Gerardo Alfonso, cuya obra reúne la tradición trovadoresca de su país y otras sonoridades del Caribe, abrió -y dirigió- este recital en el que los asistentes -y no solo los rastafaris- apenas conservaron sus asientos e invadieron exaltados los corredores y hasta el proscenio de la sala.

Anthony "Mighty Gabby" Carter, en varias ocasiones elegido rey del calipso en Barbados, rindió pleitesías a Robert Nesta Marley (1945-1981), al igual a otros artistas como Shermelle "Skarpian" Williams, de San Vicente y las Granadinas; así como Alberto Falla y los grupos Remanente (reggae roots), Té de manzanilla y Dejá vu, de Cuba.

La vocalista folclórica cubana Daysi Brau lideró un coro de cantos y rezos arará -base sonora del soul y el jazz-, venidos al Caribe, Brasil y el sur de Estados Unidos desde Benin (costa occidental de África).

Desde Ecuador, llegó la banda Papá Changó, con una mezcla aparentemente extraña en la nación suramericana que incluye salsa, calipso, jazz, reggae y otros ritmos propios de la cuenca caribeña.

Tras la actuación de los músicos ecuatorianos quedó refrendada la noción de "Gran Caribe" de esta Feria cultural, que propone desbordar los límites geográficos y propugna identidades a partir de la sensibilidad y la historia compartidos.

Los seguidores cubanos de Marley disfrutaron por casi tres horas del legado musical y espiritual de quien en 1976, sin todavía recuperarse de un balazo recibido en una presentación, regresó a los escenarios y expresó: "La gente que trata de hacer este mundo peor no se toma un día libre, ¿cómo podría hacerlo yo?".

Era previsible que el concierto terminara así: todos, músicos y público, entonando Woman no cry y deseando, con fervor, larga vida al rey.

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