La rusa llegó a Baracoa cuando esta era la capital del oro verde. En esos momentos la Ciudad Primada exportaba entre dos y tres millones de racimos de guineos (banano) por año hacia los Estados Unidos como destino principal.  La acompañó su apuesto esposo ruso judío, Alberto Menasse. Arribaron por la bahía en uno de los tantos vapores que cotidianamente entraban desde la capital, Santiago de Cuba; de Nuevitas o de otros puertos del país; de Estados Unidos o de las islas cercanas con las que siempre tuvimos vínculos comerciales. Su nombre era Magdalena Rovenskaya pero llevaba el apellido de su esposo Alberto Menasse.

">La rusa llegó a Baracoa cuando esta era la capital del oro verde. En esos momentos la Ciudad Primada exportaba entre dos y tres millones de racimos de guineos (banano) por año hacia los Estados Unidos como destino principal.  La acompañó su apuesto esposo ruso judío, Alberto Menasse. Arribaron por la bahía en uno de los tantos vapores que cotidianamente entraban desde la capital, Santiago de Cuba; de Nuevitas o de otros puertos del país; de Estados Unidos o de las islas cercanas con las que siempre tuvimos vínculos comerciales. Su nombre era Magdalena Rovenskaya pero llevaba el apellido de su esposo Alberto Menasse.

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22 de junio de 2011, 07:30. Por Alejandro Hartmann Matos (Especial para Prensa Latina)

La rusa llegó a Baracoa cuando esta era la capital del oro verde. En esos momentos la Ciudad Primada exportaba entre dos y tres millones de racimos de guineos (banano) por año hacia los Estados Unidos como destino principal.

La acompañó su apuesto esposo ruso judío, Alberto Menasse. Arribaron por la bahía en uno de los tantos vapores que cotidianamente entraban desde la capital, Santiago de Cuba; de Nuevitas o de otros puertos del país; de Estados Unidos o de las islas cercanas con las que siempre tuvimos vínculos comerciales

Su nombre era Magdalena Rovenskaya pero llevaba el apellido de su esposo Alberto Menasse. Según me ha contado su hijo adoptivo René Frómeta Jiménez, "nació en la Siberia por casualidad, cuando la madre fue a ver a su padre, que estaba destacado allí por el gobierno zarista".

Vivía en la Avenida Nevski y estudió en el mejor colegio de Petrogrado. Varias institutrices la hicieron adquirir una vasta cultura. Hablaba seis idiomas Su padre fue ajusticiado por la revolución bolchevique.

Salió casada con Alberto de la Rusia revolucionaria y viajaron por Java, Constantinopla y varios países europeos. El canto fue su preferencia personal y educó su voz con los mejores profesores de la época. Era soprano-dramática.

Ambos residieron en París cuatro años, desde 1924 hasta 1928. Durante su exilio actuó en los más importantes teatros de Francia, Italia y España, dio conciertos en el Gran Teatro de la Opera de París, en la Scala de Milan, Italia y en Las Palmas de Gran Canaria, España. Mima era su nombre artístico, y sus más allegados amigos, vecinos y trabajadores la llamaban así, pero la mayor parte de la población la siguen identificando como la rusa. "Cantar para ella era una imprescindible expresión del sentimiento".

Aurelio Toirac nos relató que, siendo un muchacho de 15 años, se deleitaba al oírla cantar en la casa de la profesora de música y pianista, Esclarecida Guilarte. Me afirmó que ella y su esposo llegaron en el 1930 a nuestra Ciudad.

En sus presunciones, ella siempre comentaba que no sabía exactamente su edad. Era dama de exquisito gusto, de detalles, de buenos modales, de estar siempre a la moda.

Se establecieron aquí porque se habían enterado en la capital del auge económico de Baracoa, pero se encontraron con otra realidad triste: "una tacita rota y tirada en un rincón", según le expresó al poeta y periodista Félix Contreras.

En mis inquietudes de adolescente ella fue siempre un misterio, una intriga. Recuerdo que cuando venia de vacaciones o en cualquier oportunidad que se me daba para estar en mi ciudad -cuando convivía con mi abuela materna, mi tía y mi hermana en La Habana-, trataba de pasar por el Hotel Miramar como ella lo bautizó aunque la fuerza de lo popular pudo más y oara todos era el Hotel de la rusa. Me atraía aquella interesante y legendaria mujer, me cautivaba por las distintas historias tejidas por la población baracoana en torno a ella.

En los primeros tiempos de su llegada, la acusaron de espía y, en otra ocasión la relacionaron con la famosa prostituta francesa Rachel, pero la comunidad no tardó en percatarse de que todos esos comentarios no eran más que fabulaciones.

Magdalena Rovenskaya y su esposo se integraron a la cotidianidad, establecieron pequeños negocios. Alberto se incorporó a una de las cuatro logias de la ciudad. Luego solicitaron el visto bueno de las autoridades para construir su famoso hotel el 7 de junio de 1952. Ella ya se había convertido en un personaje mítico que le daba a Baracoa un toque distintivo. Siempre me sedujo su prestancia, su figura, la altivez de sus gestos, su dominio de varios idiomas y una sensibilidad especial por el canto, pero lo que más me conmovió fue que Baracoa se convirtiera en parte de su corazón y se incorporara a nuestra sociedad hasta que su aliento se detuvo para siempre.

El hotel lo entregó al Gobierno revolucionario triunfante en 1959 y no aceptó a cambio ningún dinero. Siendo primer ministro, Fidel Castro Ruz se hospedó allí el 29 de enero de 1960, acompañado de Celia Sánchez Manduley y Antonio Núñez Jiménez, entre otros.

Nuestro poeta nacional, Nicolás Guillén, se alojó allí el 12 de junio de 1960. También visitaron el hotel el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Raúl Castro Ruz, Vilma Espín, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas y Ernesto Che Guevara con su esposa Aleida March y otros compañeros.

En esa ocasión -nos contó René-, Raúl y el Che le hicieron una invitación para que fuera a ver el progreso de Rusia y ella les contestó: "Muchas gracias, les estoy muy agradecida, pero me encuentro muy bien en mi patria chiquita que es Cuba y en mi Baracoa aplatanada".

Todos conocieron su historia y su identificación plena con la Revolución, su desinterés y su espontánea voluntad de entregar su hotel, parte de su dinero, sus joyas y otros propiedades personales, a la nueva sociedad cubana, y hacer vida activa como miembro de la Federación de Mujeres Cubanas , de los Comités de Defensa de la Revolución y de la Cruz Roja.

Pienso que Baracoa le cambió su manera de ver la vida, y la transformó de aristócrata rusa en mujer envuelta en el cariño y en esa forma peculiar de la gente baracoesa, que lo entrega todo a quienes aman nuestra tierra, aunque no sean oriúndos de ella.

Nos contó René que tanto Magdalena como Alberto amaban la naturaleza y sentían una fuerte atracción por los paisajes de Baracoa, por sus ríos y playas."En las excursiones que hacíamos, Mima tenía como hobby recoger caracoles, piedras y arbolitos que por los efectos del agua semejaban animales, peces, los cuales guardaba con celo.

"Todavía conservo en mi casa varios de ellos. Ella nunca se bañó en el río o en el mar porque tenía una piel muy sensible que cuidaba con delectación. Siempre se protegía con sus sombrillas, en esos paseos, del ardiente sol cubano y de igual modo lo hacía en los recorridos por la ciudad.

En el cine-teatro Encanto había dos lunetas fijas para la familia Menasse. Las dos primeras de la quinta fila. "A veces yo la acompañaba y en otras ocasiones, iba Albert, pero nadie las ocupaba aunque estuviera lleno el cine".

Magdalena tenía un trago preferido: "tomaba bebida seca: una línea de whisky, otra de menta, combinación a la que añadía hielo frappé. También degustaba los mejores vinos, que acompañaban diferentes platos.

Su comida predilecta era el Galusi o Palomita, como ella la llamaba, confeccionada de la siguiente manera:

" Se cortaban trocitos de pollo, jamón, bacon y carne de res, se cocían en un sofrito de mantequilla con distintas especias como ajo, cebollas, ajíes. Esto se ligaba al arroz semihervido. Se hacían bolas y se envolvían en hojas de col. Después se acomodaban en un caldero con agua, puré de tomate y especias, y se tapaban hasta que el agua se consumiera y caldero estuviera semiseco. Al final se depositaban en una bandeja, listas para comer."

Magdalena y Alberto no tuvieron hijos y decidieron adoptar a René, un niño de nueve años, hijo de familia pobre campesina. Durante 49 años compartió la vida con Mima.

"Mima y Albert fueron mis verdaderos padres porque desde los nueve años me dieron calor, comprensión, abrigo, cariño, cultura, educación. Me pusieron en el mejor de los colegios y me enseñaron a ser organizado, cumplidor, amar a Cuba y Baracoa. Jamás los podré olvidar. Yo vi morir a Albert en unos de sus viajes a Santiago de Cuba, en 1956. Estuve al lado de Mima en todos los difíciles momentos de su terrible enfermedad hasta su fallecimiento el 5 de septiembre de l978".

Al día siguiente fue su entierro Recuerdo que las calles por donde pasó el cortejo fúnebre estaban llenas. La banda municipal encabezaba el sepelio, después dos hileras con numerosas coronas de distintos organismos e instituciones, autoridades, estudiantes, obreros; en fin, el pueblo dándole el último adiós

Algunos opinan que Alejo Carpentier la hizo famosa cuando escribió su novela La consagración de la primavera y la aludió en su personaje Vera. Pienso que su notoriedad emanó de su embrujadora figura que ha trascendido, en el imaginario popular, el tiempo y el espacio.

El decimista Oscar Romero Laffita escribió de ella:

Mima: La Rusa

Con su blonda cabellera

Y su vestimenta blanca,

Era una sonrisa blanca

Vestida de guayabera.

Era Rusa: era extranjera,

Como un tinte de manzana.

Era flor de la mañana

Un perfumado botón

Que amó a la Revolución

Como una mujer cubana

De ella conoceremos más cuando su hijo René publique la biografía que está escribiendo sobre un personaje que es parte de nuestra historia.

El autor de este artículo es Historiador de Baracoa y director del Museo Matachín. Colaborador de Prensa Latina

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