By Juan O. Tamayo. El Paso, Texas. La parte más crítica del juicio a Luis Posada Carriles comenzó el miércoles cuando una escritora del New York Times declaró ante el jurado que el activista le concedió una entrevista para poner de relieve la ``naturaleza heorica'' de su militancia anticastrista.

">By Juan O. Tamayo. El Paso, Texas. La parte más crítica del juicio a Luis Posada Carriles comenzó el miércoles cuando una escritora del New York Times declaró ante el jurado que el activista le concedió una entrevista para poner de relieve la ``naturaleza heorica'' de su militancia anticastrista.

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By Juan O. Tamayo. El Paso, Texas. La parte más crítica del juicio a Luis Posada Carriles comenzó el miércoles cuando una escritora del New York Times declaró ante el jurado que el activista le concedió una entrevista para poner de relieve la ``naturaleza heorica'' de su militancia anticastrista.

Posada ``sentía que su versión de los hechos no estaba siendo considerada'', manifestó Ann Louise Bardach, quien reportó que durante la entrevista en 1998 él reconoció su responsabilidad en una serie de atentados con bombas a sitios turísticos de Cuba en 1997, en uno de los cuales murió un italiano.

Posada agregó que deseaba el reconocimiento de la ``naturaleza heorica de lo que estaba haciendo en su campaña'', añadió Bardach.

Las cintas de la entrevista que los miembros del jurado oyeron muestran que Posada dijo: ``Ponemos explosivos pequeños'', no para matar a nadie, sino para asustar a los turistas y cortar los ingresos del gobierno por parte de visitantes extranjeros.

Bardach también testificó, sin embargo, que al final de la entrevista, Posada le dio tres hojas de notas escritas a mano que incluían las palabras, ``él no admite las bombas en La Habana. pero no lo niega tampoco.''

Las hojas demostraron que Posada ``tenía algunas preocupaciones'' sobre lo que él le había dicho a Bardach durante las 13 horas de entrevista sobre tres días y estaba tratando de reconsiderar, añadió la testigo.

Bardach es la testigo clave de los principales cargos contra Posada: mentir bajo juramento a funcionarios de inmigración de Estados Unidos cuando negó responsabilidad por los atentados de Cuba. Está también acusado de mentir sobre la forma en que se infiltró en Estados Unidos en el 2005 y sobre un pasaporte guatemalteco fraudulento.

Bardach entrevistó a Posada como parte de su contrato con el New York Times para escribir una serie de articulos sobre ataques violentos por parte del exilio contra Cuba en conjunto con Larry Rohter, el otro autor de los artículos.

Dejaron saber que deseaban entrevistar a Posada y éste, eventualmente, llamó por teléfono a Bardach y aceptó reunirse en Aruba, una isla del Caribe, declaró la testigo.

``Estaba molesto por un artículo que salió en el Miami Herald'', dijo, añadiendo que le había confirmado algunas partes de los reportes del Herald, pero había negado otras.

Grabó a Posada diciendo que un artículo de 1997 que lo vinculaba a una serie de atentados con bombas contra el presidente hondureño Carlos Roberto Reina era falso.

Confirmó un reporte del Herald de que había conspirado para asesinar a Fidel Castro durante una visita a Colombia y hacer volar dos barcos cubanos, pero no en Honduras como informó el Herald.

Bardach combatió, pero perdió, una larga batalla legal contra una citación judicial que le ordenaba entregar las cintas de su entrevista y comparecer en la corte como testigo de la fiscalía.

``No soy testigo a favor o en contra de nadie'', declaró Bardach en la corte. El fiscal T.J. Reardon rápidamente replicó: ``Eso puede ser verdad en su mente. Pero legalmente no es cierto''.

Bardach declaró que la mayor parte de la entrevista se hizo en inglés porque Posada dijo que entendía el idioma y ella y Rohter no querían reclamaciones posteriores sobre errores en la traducción del español al inglés.

Posada anteriormente ha dicho que tenía problemas en entender el inglés de Bardach, que le mintió a veces y que grabó la entrevista secretamente y sin su consentimiento.

Bardach declaró que la grabadora era grande, que por lo general la colocaba a la vista y cerca de Posada para que pudiera grabar su voz, y que él la apagó varias veces cuando no quería que sus comentarios fuesen grabados, aunque ella podía citar toda la entrevista.

El juicio, por lo general tedioso, tuvo un poco de drama cuando Bardach dijo que había estado enferma por unos días, y se le sirvió una gran taza de té verde. A menudo cerraba los ojos cuando Reardon preparaba su pregunta siguiente, y en un momento le preguntó si se había quedado dormida. Bardach contestó que no.

El abogado defensor Arturo V. Hernández se opuso enérgicamente cuando Bardach, en presencia del jurado, mencionó que Posada era un prófugo al momento de la entrevista y que hubo ``preocupaciones de seguridad'' sobre la entrevista con él.

A las siete mujeres y cinco hombres del jurado no se les ha permitido escuchar evidencia sobre los antecedentes de Posada, incluyendo su fuga de una cárcel venezolana en 1985 mientras esperaba ser juzgado por el atentado de 1976 contra un avión cubano en el cual murieron 73 personas.

Hernández renovó su pedido de que la jueza anulase el juicio, la séptima u octava vez que ha hecho tal solicitud desde el inicio del juicio hace 10 semanas.

La jueza de distrito Kathleen Cardone denegó las mociones pero pidió al jurado descartar las referencias de que Posada era prófugo y sobre las preocupaciones de seguridad.

A diferencia de los intercambios, a veces abruptos, entre Reardon y Bardach, sus intercambios con Hernández en la mañana parecieron más corteses.

Bardach testificó en ese momento sobre notas que tomó en una de sus entrevistas con Antonio Alvarez, un exiliado cubano que también rindió testimonio en el juicio sobre el papel de Posada en los atentados en Cuba.

Hernández se quejó de que las notas, que sólo recibió el martes, muestran que Alvarez había grabado en una oficina en Guatemala algunos de los comentarios de Posada sobre los atentados, aunque en su testimonio Alvarez negó haber hecho tales grabaciones.

Sin la presencia del jurado, Hernández argumentó que la presunta mentira de Alvarez le negaba el derecho a preguntarle acerca de las cintas y constituía un ``perjuicio substancial'' contra su cliente.

Cardone tenía la opción de desechar el testimonio de Alvarez o los tres cargos contra Posada que más directamente lo vinculan a los atentados en La Habana, según Hernández.

Cardone falló contra la defensa y ordenó que continuara el juicio.

Fuente: //www.elnuevoherald.com/2011/03/17/v-fullstory/904581/

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