• Publicado por: manso
• • Editoriales
• 11 / 03 / 2010

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Por el Embajador Oscar Laborde, Representante Especial para la Integración y la Participación Social de la Cancillería Argentina.
 
Por esperado, no deja de ser maravilloso, el triunfo de Dilma Rouseff. Hasta hace menos de un año los analistas de turno, los agoreros, los que pontifican siempre –a pesar de que en general son errados en sus pronósticos – aseguraban que nadie podría suplantar a Lula en una elección presidencial.

Hacían esto, poniendo al actual primer mandatario brasileño en un escalón inalcanzable, aunque eran los mismos que en el año 2005 aseguraban que el juicio político, que podría enfrentar,, iba a impedir su mandato y si así no fuera, perdería las elecciones del año 2006.

Al ubicar a Lula como la única explicación de la buena situación de Brasil, no comprenden que el proceso que él encabeza está alimentado por millones de voluntades. Se retira de la presidencia con una altísima imagen positiva que es producto de las acciones de su gestión y del conjunto de los gobiernos que el Partido de los Trabajadores (PT) y sus aliados, tienen en los estados y municipios del país.

Tan cierto como esto es también el hecho de que su accionar político estuvo intrínsicamente ligado a la construcción regional, donde Brasil y Argentina actuaron coordinadamente, en numerosas ocasiones, para fortalecer los procesos democráticos en toda Latinoamérica.

Cuando a la derecha le costaba explicar el resultado de las propuestas populares en nuestro continente, simplificaba los logros, diciendo que era una cuestión de caudillismo o liderazgos fuertes en donde nadie iba a poder suplantar a Tabaré Vázquez en Uruguay, a Ignacio Lula da Silva en Brasil o a Hugo Chávez en Venezuela; pero la realidad marca, claramente, que estos proyectos se están consolidando pues existe un sujeto social y político que se hace dueño de las conquistas y se propone profundizar el cambio.

El otro aporte sustancial de la experiencia brasilera es el rol del Partido en lo organizativo, en la formación de cuadros y en la capacidad para articular entre las necesidades de vastos sectores de la sociedad con los estamentos y las políticas de Estado.

Dilma continuará lo logrado por Lula y su compromiso es el de avanzar aún más sobre la redistribución de la riqueza y en la lucha contra las desigualdades sociales, que todavía son enormes en Brasil.

Es en este período de gobierno del PT y los otros nueve partidos que integran la coalición triunfante, donde se crearán las bases para que sea Brasil, no sólo una economía pujante, sino un ejemplo de lucha contra la pobreza y el hambre.

Como le dijera nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner al saludarla por su triunfo: “Bienvenida al club de compañeras de género”; Desde esa nueva perspectiva, Dilma Rouseff ha ratificado la importancia de consolidar la UNASUR y el MERCOSUR.

Está claro, entonces, que el proyecto de gobierno en el país hermano, se ha fortalecido, regionalizado e institucionalizado. El pueblo ha ratificado el rumbo.
 
Fuente: El Argentino