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hotelmelia cohiba

Una escalada de acciones terroristas, financiada por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), arremetió contra parte de la infraestructura turística cubana en la década de los 90.

Solo en 1997, unos diez atentados con explosivos provocaron cuantiosas pérdidas en centros turísticos del país.

Los hoteles Meliá Cohíba, Sol Palmeras, Nacional, Capri, Copacabana, Tritón y Chateau Miramar, fueron los blancos en 1997.

Con sus equipajes cargados de muerte llegaron a la Isla, en diferentes meses del verano del 97, Raúl Ernesto Cruz León y Otto René Rodríguez Llerena, ambos de origen salvadoreño reclutados por Luis Posada Carriles.

El 12 de julio de 1997 Cruz León visitó los hoteles Nacional y Capri. En los lobbies dejó las cargas explosivas. Las bombas estallaron con minutos de diferencia dejando heridos y destrucción.

También los hoteles Tritón, Chateau Miramar y Copacabana, fueron elegidos. En todos los casos, los sitios donde dejó sus detonadores (los lobbies), estaban concurridos; incluso, varios niños jugueteaban por allí.

De todos modos haría reventar sus artefactos, tal cual le ordenaron que hiciera también en el restaurante La Bodeguita del Medio, en La Habana Vieja.

En el hotel Copacabana, el huésped italiano Fabio Di Celmo charlaba tranquilamente con sus amigos, cuando el estallido de la bomba provocó su muerte.

Otras siete personas resultaron heridas, además de grandes daños materiales en ese y el resto de los atentados de aquel 4 de septiembre de 1997.

Las investigaciones desplegadas por los oficiales del MININT permitieron, en breve tiempo, identificar y arrestar a Cruz León.

En la habitación 314 que ocupaba en el hotel Plaza se hallaron restos del explosivo plástico C-4 utilizado por él.

Durante el proceso que se le siguió, con todas las garantías verificadas por observadores internacionales (Causa número 1 de 1999 de la Sala de los Delitos contra la Seguridad del Estado), Raúl Ernesto Cruz León se reconoció culpable de los atentados por los que recibió, dijo, tres mil 700 dólares.

Otto René Rodríguez Llerena, salvadoreño y terrorista por más señas, también desembarcó sus odios ajenos en La Habana. Al igual que su coterráneo Cruz León, había sido contratado por Posada Carriles, quien, con identidad falsa, se hizo llamar Ignacio Medina.

El 4 de agosto de 1997 hizo detonar una bomba en el hotel Meliá Cohíba. Mil dólares pusieron en sus manos por semejante vandalismo.

Sin tropiezos y como pacífico turista salió de Cuba. Pero, más dinero prometido y mucha perfidia le hicieron retornar al año siguiente.

Las nuevas ordenanzas requerían que Otto René hiciera estallar su carga de muerte en sitios casi siempre repletos de niños y jóvenes y turistas extranjeros: el Museo de la Revolución y el Memorial a Ernesto Che Guevara y sus compañeros, en Villa Clara.

Precisamente en esa provincia, el mercenario debía contactar, para el éxito de su misión, al delegado allí del opositor Comité Cubano Pro Derechos Humanos, Juan Francisco Fernández Gómez, el agente Félix para la Seguridad Cubana del Estado.

El día de su llegada (10 de julio de 1998), fue detenido en el propio Aeropuerto Internacional José Martí, al encontrársele “algo raro” en su equipaje durante el control aduanal. En la Causa número 2 de 1999, el tribunal revolucionario y el pueblo de Cuba le ajustaron cuentas.

Fuente: www.tercerainformacion.es

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