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Saxofon
El músico francés Daniel Kientzy, único que toca los siete saxofones, dialogó recientemente con Juventud Rebelde

A media luz estaba la Basílica Menor de San Francisco de Asís cuando el francés Daniel Kientzy, el único hombre que domina la familia de saxofones inventada por Adolfo Sax, irrumpió en la sala.

Solo trae tres de sus siete saxofones. Al mismo tiempo toca el sopranino y el soprano, que luego descansarán en el suelo junto a las partituras.

Mientras Kientzy toca el saxo se mezclan los sonidos que imitan los tambores batá y el poema Canción del soy todo II en la voz de la cubana Reina Portuondo, la sonidista. Ahora toca el saxo tenor. El cuerpo del músico también nos habla, gira, se agacha, corre, se estremece… De rodillas está el saxofonista. Este es su tributo al amigo, compositor y pianista portugués Jorge Peixinho.

A unos metros de Daniel, Reina Portuondo también procura la magia del concierto. Ambos integran Meta Dúo, donde ella ejecuta procesadores digitales de tratamiento del sonido creados por Daniel.

En Meta Dúo se unen, por primera vez, un músico que ejecuta un instrumento natural (en este caso los saxofones) con otro que manipula los sonidos de origen artificial y además «acusmáticos» (aquellos cuya fuente no se ve y que han sido compuestos y fijados en un soporte audio).

Daniel Kientzy, quien confesó a Juventud Rebelde ser un admirador de la Revolución Cubana, fue un invitado de lujo del recién celebrado Festival de Música Electroacústica.

Su obra acumula 80 fonogramas como solista. Tiene un repertorio de más de 400 obras compuestas para él y su dúo. Sus aportes al estudio del saxofón pueden consultarse en libros como: Los sonidos múltiples de los saxofones, (Ediciones Salabert) y Saxologie (Nova Musica). Ambos títulos fueron reconocidos con el Gran Premio SACEM* en 1982 y 2003, respectivamente.

A los 17 años Daniel comenzó a estudiar el saxofón. «Por si tenía que incorporarme al servicio militar hacerlo como músico de este instrumento, que integra las orquestas militares». Finalmente no lo pasó. Pero continuó los estudios y se graduó en el Conservatorio Superior de París.

«También toco el contrabajo, con el cual integré la ópera de Limoges. Luego para interpretar la música barroca y renacentista aprendí a tocar los instrumentos antiguos (viola de gamba, cromorno, flautas de pico… y otros). Fui fundador del grupo Música Ficta, dedicado a este género», narra Daniel, y Reina lleva al español lo expresado por el músico.

En el año 1991 Daniel estrenó en el Festival de Música Contemporánea —junto a la Sinfónica de Cuba— una obra para siete saxofones y orquesta. La misma fue un encargo del Estado francés al compositor Camille Roy.

El concierto, que tuvo lugar en el Teatro Nacional, sería el primero en la historia de la música mundial en emplear toda la familia de saxofones. El más reciente disco del francés: 3 conciertos, 7 saxofones, grabado con la Orquesta de la Radio Nacional de Rumania, bajo la dirección de Horia Andreescu, incluye la mencionada obra.

Sobre el concierto interpretado en Primavera de La Habana refiere Daniel: «Un detalle pintoresco es la obra de José Loyola  Canción del soy todo II, inspirada en el poema del mismo nombre, de Eloy Machado (el Ambia). Él me dedicó esta partitura para saxofón soprano, recitante y tres tambores batá. La misma devino, después de una discusión con el compositor, una obra con electrónica y tres saxofones-batá (contrabajo, bajo y barítono) acusmáticos, es decir pre-grabados. Imité el toque de los tambores con distintas capas superpuestas de sonidos de estos».

—¿Qué distingue la manera de tocar cada uno de los siete saxofones y su sonoridad?

—Considero los saxofones como un todo singularmente múltiple: toco el «saxofón total». Desde un punto de vista conceptual los siete saxofones: sopranino, soprano, alto, tenor, barítono, bajo y contrabajo son idénticos, con la excepción de sus dimensiones. Característica que les confiere diferentes tesituras. Va de los sonidos más agudos (sopranino) a los más graves (contrabajo).

«La naturaleza física del saxofón consiste en una caña simple que bate bajo una boquilla conectada a un tubo cónico. Mi manera de tocar los siete saxofones consiste en aliar el rigor clásico al engrandecimiento tímbrico y expresivo nacido de la revolución electrónica de la segunda mitad del siglo XX».

—¿La interpretación de estos instrumentos exige una intensa preparación física?

—No es necesario tener una preparación física particular para servirse de ellos. La dificultad mayor en cuanto a los saxofones, es la de pasar de una embocadura muy pequeña como la del sopranino, a una grande como la del contrabajo (y en el medio las otras). Incluso a los saxofonistas esto les asombra. Confieso que no tengo secretos. Si alguna fórmula existe es el trabajo diario y el amor que siento por el sonido y la música.

—¿Qué lo motivó a asistir al Festival Primavera de La Habana?

—Este es uno de los festivales de música electroacústica más importantes del mundo. Su fundador, el ya fallecido compositor Juan Blanco, sigue siendo una personalidad internacional del género. Además, aquí surgen proyectos de trabajo memorables.

«En el año 2000, luego de nuestra presentación, llamó a la puerta de nuestro camerino una delegación de Corea del Sur presidida por el Viceministro de Cultura de ese país y varios compositores. Uno de ellos, Yongwoo Yim, nos dijo: «ese mismo concierto en Seúl». A los pocos meses estábamos tocando allá y lo hicimos en más de una ocasión. Grabamos el CD Korea-Sax, con obras de compositores coreanos. Aún continúa la colaboración. En honor a ese encuentro interpretamos esta vez una obra de Yim».

—¿Qué criterio tiene de la música cubana?

—Cuando se piensa en la música cubana tenemos tendencia a evocar la música popular. Ningún país en el mundo ha conocido en el transcurso del siglo pasado tanta creatividad en esta esfera, fenómeno que le hace sombra a la creación contemporánea culta, con un excelente nivel.

—Las obras que interpreta son compuestas para usted…

—Es el fruto del trabajo de muchos años. Publiqué investigaciones como Saxologie que facilitó, en gran medida, el trabajo de los compositores. También el hecho de tocar la familia de los siete saxos es una ventaja. Permite abarcar todas las tesituras y matices del instrumento, aspecto que enriquece grandemente la paleta sonora.

«Las composiciones me llegan de todas partes del mundo. No me interesa interpretar obras de compositores contemporáneos solo porque sean conocidos, lo cual es una astucia de muchos para ser programados. Yo interpreto la música, y no los nombres de compositores famosos.

Por Julieta García Ríos

Fuente: JR

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