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El rumbo futuro de la reconstrucción de Haití permanece aún sin definirse a pesar de la horrible catástrofe humanitaria que impactó a ese pueblo después de un evento sísmico de gran efecto destructivo.

Han pasado ya más de dos meses y aún se observa obstruccionismo de los principales responsables que suministran la mayor parte de la ayuda humanitaria para ese pueblo.

Mark Turner, vocero de la Organización Internacional para la Migración, declaró al Miami Herald el 9 de marzo que la industria de la ayuda humanitaria funciona en Estados Unidos como lo hacen las grandes corporaciones.

Las mismas pagan altos salarios, tienen plantillas infladas y gastan demasiado en lujos y casi nada en los receptores, aseveró.

Añadió que las fuerzas militares extranjeras ocupantes no saben distribuir ayuda humanitaria sino evitar que se produzca un éxodo masivo de haitianos empobrecidos hacia sus países.

Existe hoy un grave peligro sanitario a pesar de los esfuerzos del gobierno haitiano, las organizaciones internacionales y las agencias donantes que participan en ese esfuerzo humanitario.

El Fundador de Socios en Salud, Paul Farmer, manifestó en una conferencia de la agrupación GlobeMed, en Chicago, que de los 400 millones ofrecidos a Haití en la Conferencia de Naciones Unidas celebrada en abril del 2009 solamente se había otorgado un 15 por ciento hasta el momento del terremoto.

De acuerdo con un estudio realizado el pasado febrero por el Banco de Desarrollo Interamericano el costo de los daños por el sismo está calculado en el orden de los 13 mil millones de dólares y tomará más de 10 años culminar la reconstrucción.

En la misma investigación se analiza que en los últimos 40 años ése ha sido el mayor desastre en cuanto a daños humanos reportado ya que en el mismo perdieron la vida cuatro veces más personas que en ningún otro terremoto anterior en ese período de tiempo.

Hasta hoy más de 24 mil personas murieron por cada millón de los ocho que en total tiene el país, cifra record según los anales conservados hasta hoy sobre estos eventos telúricos.

Los que perecieron ascienden a 200 mil personas mientras que el terremoto más parecido fue el de Nicaragua en 1972 donde fallecieron solamente cuatro mil personas por cada millón de habitantes.

La Agencia estadounidense Socios en la Salud calcula que existen 1.3 millones de haitianos sin hogar en estos momentos.

La mayoría de ellos aún no cuenta con un alojamiento provisional apropiado, ni con agua potable, alimentos, electricidad o atención médica básica.

La agencia federal US-AID asegura que existen aproximadamente 600 mil personas desplazadas que viven en 416 campamentos provisionales.

Las circunstancias sanitarias en la inmensa mayoría de los asentamientos son bastante preocupantes ya que con la llegada de la época de lluvias esos albergados pueden quedar expuestos a diversas enfermedades.

El Centro estadounidense de Prevención y Control de Enfermedades lanzó un alerta urgente el pasado 4 de marzo sobre la inminente aparición de un brote de malaria en Haití, ya que cada año se reportan 30 mil casos de esa enfermedad en condiciones normales.

Dos miembros estadounidenses de Médicos Sin Fronteras, en una entrevista el pasado 5 de marzo al sitio web Portside, manifestaron que las actuales condiciones de los danificados no solamente representan un peligro epidemiológico, sino que
también provocan un serio daño a la dignidad humana y calificaron las condiciones actuales como chocantes y vergonzosas.

La directora ejecutiva de Socios en la Salud, Ophelia Dahl, dijo en una conferencia de prensa a su regreso de Haití que muchos campamentos son totalmente improvisados y están fabricados con pedazos de latones o cartones forrados en bolsas plásticas por lo que las lluvias pueden demolerlos fácilmente.

Entidades de Naciones Unidas están optando por que muchos de los desplazados vuelvan a sus antiguos hogares para reconstruirlos con la promesa de recibir materiales de construcción pero hasta hoy no se ha podido impulsar esta iniciativa
precisamente porque la ayuda prometida nunca llega.

El diario Wall Street Journal del 8 de marzo hizo referencia a que en los campamentos está surgiendo un orden de comités comunitarios que facilita la entrega rápida de alimentos, agua potable y las necesidades básicas.

Las condiciones también son críticas fuera de la zona principal del terremoto. Por ejemplo en Cabo Haitiano, la segunda ciudad en importancia nacionalmente, se han registrado 50 mil refugiados.

Su Alcalde, Michel St. Croix, recientemente informó al Miami Herald que necesitaba con urgencia nuevas viviendas, locales de salud y en general de todo para que esa ciudad no colapsara.

Hasta el momento no han recibido ninguna ayuda, ni de Naciones Unidas, ni de la Cruz Roja, ni de los países con mayores condiciones y posibilidades, confirmó St. Croix.

El presidente Rene Preval en una conferencia en Washington puntualizó que los centros urbanos están muy congestionados y que ahora se trata de crear las condiciones para que esos desplazados regresen a las zonas de origen, pero para eso hacen falta carreteras, electricidad y las instalaciones básicas apropiadas.

El Primer Ministro haitiano Jean-Max Bellerive comentaba a la agencia AP el 5 de marzo que hay muchas entidades en el exterior recaudando dinero para ayudar a Haití, pero esos fondos nunca llegan o lo hacen a cuenta gotas.

En un panel que  incluía al profesor Jon Beasley Murria, de la Universidad de British Columbia, y a Larry Keuhn, del sindicato de maestros de esa provincia canadiense, se particularizó la ayuda humanitaria recibida en Haití desde Venezuela y Cuba.

Esos países se hicieron presentes con brigadas de asistencia médica, con la cancelación de la deuda externa haitiana y con el abastecimiento gratuito de combustible y aún están allí luchando contra las adversidades, destacaron.

Fue una ayuda desinteresada basada en las necesidades reales que resulta un ejemplo para todos en estos cruciales momentos, aseveró Roger Annis coordinador de la Red de Acción Canada-Haiti.

Por Silvio Rodríguez

Fuente: Cubadebate

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