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Productores estatales y privados de Sancti Spíritus se imponen a la sequía con voluntad y pericia.

“Si antes de existir la presa Zaza se cogían aquí con el agua de los pozos buenas cosechas, ¿por qué ahora no podemos hacer lo mismo?, tenemos que guapear y en menos área buscar mayores rendimientos”.

La filosofía arrocera de Iroel González Rodríguez se atempera a los nuevos tiempos; él, junto a José Cruz Grillo, plantó campamento al borde del pozo ubicado en el lote cinco, por el terraplén que enrumba hacia Los Palacios.

Ellos pertenecen a la CPA 10 de Octubre, de Cabaiguán, Cooperativa que desde hace unos 15 años siembra arroz en la zona de Mapos y que el pasado año logró una producción en el orden de los 1 700 quintales, de ellos el 70 por ciento aportado al Estado.

“La prueba hecha al pozo por los compañeros de Recursos Hidráulicos dio agua y con esta bomba mojamos 7 caballerías, 4 de la CPA y el resto de campesinos de la zona. Hay que ahorrar al máximo, y el líquido que entre al campo no se puede ir, por eso estamos siempre dándole vuelta al arroz y atentos a que los piquetes de las terrazas no se rompan”, refiere Iroel.

Al otro lado del terraplén, Yoanys Figueroa cumple los últimos rituales para darle esa mañana otro pase a un área sembrada a fines de diciembre; específicamente en el Lote No. 7, en suelos de la UBPC Mapos, en calidad de préstamos por este año para que campesinos de allí lo exploten.

“Este pozo está bueno, llevamos varias semanas usándolo y no baja. El área promete, porque la UBPC le cogió el pasado año más de 1 000 quintales de rendimiento”.

Más pegado a la costa, la alternativa de explotar estos pozos construidos a finales de la década del 60 del pasado siglo y en desuso desde que entró en servicio la Zaza, permite también a los hermanos Fiallo plantar los mismos campos, lo que ahora con agua de otra fuente.

“Llegué a pensar que iba a ser difícil sembrar, pero se aforó el pozo y tiene agua; con la motobomba que teníamos nos metimos en la siembra, tenemos unas 3 caballerías”, explica con la experiencia de 10 cosechas Roberto Fiallo.

DE MAPOS A EL JÍBARO

Mientras el llamado arroz no especializado (campesinos) a producir en esta zona beberá el agua de la cuenca subterránea, la UBPC movió parte de su infraestructura técnica y humana hacia terrazas de su homóloga Sur de El Jíbaro y plantar allí unas 50 caballerías con líquido de la Zaza, en correspondencia con la estrategia del Complejo Agroindustrial de concentrar el cultivo en las áreas más cercanas a los sistemas de riego y propiciar así un uso más racional del volumen disponible.

“A los arroceros siempre nos ha sobrado el agua y hemos tenido que cambiar esa mentalidad”, dice Carlos Madrigal, presidente de la UBPC. “En estos años atrás fangueábamos y drenábamos los campos; luego volvíamos a llenar para sembrar.

Hoy hacemos un solo llene, con esa misma lámina de agua se fanguea y se siembra.

“La Unidad dispondrá de 7 millones de metros cúbicos de agua para plantar 30 caballerías, pero a partir de una estrategia interna pretendemos llegar a 50. La clave será doble turno en el riego, tenemos que atender día y noche ese manejo del agua, que no se escape”.

TODOS LOS CAMINOS APUNTAN AL RENDIMIENTO

“Aun con bajos niveles de líquido hemos pronosticado rendimientos de 1 258 quintales por caballería”, explica el ingeniero Pedro González, jefe de producción. “Internamente tenemos un compromiso de llegar a los 1 500, equivalente a 5 toneladas por hectárea. Eso puede ser posible, porque lo hemos logrado en nuestras áreas en Mapos, la contienda del frío del 2008, de 1 522 quintales, fue la mejor del país y el año pasado fue de 1 462.

“Ese empeño nos obliga a que todo lo que se haga en el campo tenga la mayor calidad y eficiencia, incluida la cosecha. Nos favorece el constante trabajo de capacitación que tenemos; aquí un anegador te habla hoy de problemas técnicos, domina las atenciones culturales, parece un técnico más”, asegura Pedro.

Los sistemas de pago afloran también como sostén del desempeño de esta unidad. “Eso ha estimulado sobre todo al anegador, que es quien lleva el peso de las labores; en el 2009 ellos promediaron 80 pesos diarios y aunque no llegamos a lo que se le paga a un campesino, cuando los ingresos son a ese nivel, la fuerza se estabiliza y hay resultados”, acota Pedro.

El grano a producir en esta campaña por los cosecheros estatales y privados de Mapos dependerá de dos cuencas y nada de abundancia de líquido, por cierto. Sin embargo, no parecen escasear por aquella planicie la voluntad y la experiencia,
recursos muy necesarios en coyunturas como esta. Por eso la filosofía arrocera de Iroel González reviste mucho valor:

“Si el pozo nos garantiza agua, la otra parte es de nosotros”.

Fuente: Escambray

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