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Las predicciones de los babalawos, máximas autoridades del culto de origen africano Regla de Ocha o Santería, marcan cada comienzo de año en Cuba uno de los acontecimientos más esperados por practicantes e, inclusive, por no creyentes que prefieren estar avisados ante eventuales jugarretas del destino.

"El cubano cree en todo, no es incrédulo", dijo la etnóloga Natalia Bolívar, al comentar para IPS la importancia social de la tradicional lectura de la "Letra del año", especie de oráculo que determina las divinidades (orishas) que regirán durante los 12 meses, así como los consejo y tareas a realizar en ese período.

La Regla de Ocha, junto a la Regla de Palo Monte, los Abakúa o el Vodú, figura entre las religiones afrocubanas más extendidas en esta isla. Los babalawos o sacerdotes de la Santería, se reúnen cada 31 de diciembre para "sacar" la letra, un complejo sistema adivinatorio desconocido para los profanos.

Esa lectura permite determinar el "Signo" y la "Divinidad Regente" y "Acompañante" para todo el año, de lo cual se deriva el pronóstico de las enfermedades y acontecimientos de interés social que pueden acontecer. El vaticinio se acompaña de
recomendaciones y refranes.

Para analistas, el interés por los pronósticos de los babalawos ha crecido de forma paralela a la incertidumbre por el futuro. "Sometida a tensiones, la gente busca que alguien le diga que las cosas pueden mejorar.

La religiosidad suele ser también un refugio para muchas personas en medio de las dificultades", comentó un académico.

Expertos definen la Letra del Año como un sistema adivinatorio de probabilidades, proveniente de la Nigeria de los siglos XVII y XVIII, que llegó a la isla como parte de la Regla de Osha o Santería, introducida por los negros traídos como esclavos por los colonizadores españoles.

Según estudiosos de estos temas, en las condiciones cubanas, las religiones africanas originales se fueron modificando al tener un curso distinto, sin las referencias africanas en los atributos de deidades, con diferentes materiales para el culto y funciones diversas.

Así por ejemplo, perdían sentido rituales de fertilidad sobre una cosecha que no era propia, mientras aumentaban las necesidades de ritos propiciatorios, de protección y adivinación, a la vez que lo sobrenatural, y las deidades en particular, adquirían un contenido más social que de representaciones de fuerzas naturales.

En la actualidad, la Comisión Organizadora de la Letra del Año y la Asociación Cultural Yoruba agrupan a las más importantes ramas de sacerdotes de Ifá que ejercen en Cuba y se reúnen por separado para obtener sus vaticinios, diferentes en cada caso aunque en ocasiones se complementan y pueden tener una que otra semejanza.

Según la Comisión, este año el signo matriz será Baba Eyiobe y transcurrirá bajo la regencia conjunta de los orishas Obatalá, divinidad encargada de la creación de los seres humanos y Oya, identificada con el espíritu de los antepasados, las tormentas y los suaves vientos.

Este signo representa "doble salvación" y concede "la posibilidad de ver todo lo malo y al mismo tiempo, con perseverancia y mesura, convertir las cosas en mejores", explicó el babalawo Lázaro Cuesta en la habitual conferencia de prensa para dar a conocer las predicciones.

Fuente: www.ipsnoticias.net

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