Cuba Headlines en Español

Noticias de Cuba, Noticias de Última Hora en Cuba y el Mundo.


Cuarteto Cuerdas de La Habana y Leo Brower deslumbraron al público en Moscú
Para celebrar en este templo de la cultura universal el natalicio 70 del guitarrista, compositor y fundador de la agrupación hace 20 años, sus integrantes seleccionaron tres de los cuatro cuartetos de cuerda creados por Brower, junto a obras populares latinoamericanas.

La elección no pudo ser mejor a juzgar por los reiterados retornos al escenario y los temas fuera de programa a que obligó la ovación de críticos, directores de orquesta, profesores de música, representantes diplomáticos y melómanos que asisten al festival Sonidos del Mundo.

Jorge Hernández (director y viola), Yamir Portuondo (primer violín), Eugenio Valdés (segundo violín) y Deborah Yamak (violoncello) presentaron credenciales por todo lo alto en su ejecución del primero de los cuartetos, dedicado a la memoria de Bela Bartok.

Escrita en 1961 al regreso de una beca en Estados Unidos, en esta obra a través de la ruptura con la simétrica camisa del fuerza del neoclasicismo, Brower se revela ya como una de las más originales personalidades creativas de Cuba y del continente.

Resulta admirable cómo al exigente ejercicio de síntesis en el pentagrama y al procedimiento contrapuntístico une contenidos marcados en su esencia por claras alusiones a expresiones de la música cubana de raigambre sonera.

Para entonces ya el creador insertaba en el alma de los cordófonos la autoridad percutiva de un guiro o del conjunto de tambores batá de procedencia yoruba, transmitida con especial buen gusto por Cuerdas de La Habana.

Resultó un divertimento y una agradable sorpresa -con teatralización y todo- el encadenamiento coherente, al final, de los músicos que se retan como si pretendieran quebrantar la armonía del cuarteto en Domina el asunto y surgirá el verbo.

En el aniversario 40 de esta obra (1969), nos revela al compositor transgresor de lo moderno el empleo de la cajita de madera o cajita china de un timbal charanguero o paila para cerrar percutivamente cada uno de los intervalos que conforman la obra.

El desborde y el deslumbramiento del público llegó en el tercer movimiento del Cuarteto de Cuerdas número 3, escrito precisamente para esta agrupación. Por lo difícil que resulta su ejecución, el autor lo denominó La danza imposible.

Esta alternancia a contratiempo continuo de ritmo y silencio obliga a los violines y al cello a recorrer difíciles pasajes de aires muy guitarrísticos, hasta desembocar en el desenfreno.

La cellista comienza a golpear las cuerdas con una vaina de framboyán y la viola se le suma, en una rítmica que remeda el clímax de una fiesta de santería, en la cual los reyes son los tambores batá.

A esta altura del espectáculo ya los cuatro músicos y el compositor tenían de su parte al público, que con reiteradas ovaciones reconoció la amplitud de sus arsenales técnicos y la transparencia de manantial de cada entrega.

Empero, en el segmento final dedicado a la música popular latinoamericana resaltó la capacidad de desdoblamiento de la agrupación, y en particular la de improvisación de Portuondo, lo mismo en un clásico danzón que en el jazz.

La prolongada ovación y los bis sugieren nuevos encuentros de Rusia con la música de Leo Brouwer y con el cuarteto Cuerdas de La Habana.

(ACN)

Noticias relacionadas

Comments