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En la Habana cine joven se gana al publico con las cosas que en Cuba nadie quiere decir
La historia de un travesti que se prostituye en La Habana, la experiencia de cuatro emigrantes cubanos que regresaron al país y los relatos sobre violencia cotidiana en la isla forman parte de los temas elegidos por los jóvenes cineastas para documentales y obras de ficción exhibidas a lo largo de la semana.

Se trata de una generación que no sobrepasa los 30 años, produce de forma independiente la mayoría de sus trabajos, no tiene reparos en "piratear" sus propias obras con tal de que sean vistas y, según dicen, expresa "lo que nadie quiere decir".

Auspiciada por el Instituto de Cine de Cuba (ICAIC), la Muestra de Nuevos Realizadores los reúne cada año en un concurso donde el mayor premio es ver sus obras proyectadas durante una semana en céntricas salas de la capital cubana.

El ICAIC, que maneja la cinematografía cubana desde el triunfo de la revolución, promueve la Muestra y ha recibido este año el homenaje de los más jóvenes por su 50 aniversario, aunque la mayoría de ellos quiere marcar la diferencia entre sus obras y lo que produce esa institución.

"No digo que la generación que nos antecede no sea genial, pero nuestra visón tiene un punto de vista diferente, con intereses nuevos, menos historicista, más preocupada por el presente y el futuro", dijo a Efe Luis Alejandro Méndez, de 23 años, estudiante de cine en La Habana.

Méndez es uno de los directores de "Tebas", un documental sobre la etapa de represión cultural en la isla conocida como "quinquenio gris" (1971-1976), padecida por artistas e intelectuales por homosexualidad, supuesta falta de compromiso con la revolución o "desviacionismo ideológico".

El trabajo es un relato a dos manos entre un conocido intelectual y un ex funcionario del sector de la Cultura.

"No hay peligro en una obra audiovisual porque, puede hacer reflexionar, pero no va a cambiar nada", explicó el realizador, al reconocer su escepticismo sobre la posibilidad de que sea difundida en la televisión.

Algunos realizadores filman sus películas solo pensando en el público que pueda asistir a verlas durante los días de la Muestra y saben que después tal vez nunca más se vuelvan a exhibir.

"Si el ICAIC no compra la película y decide sobre cualquier obra independiente es muy difícil que se ponga en circuitos de cine en Cuba", explicó a Efe Damian Sainz, de 22 años, para quien la Muestra "legitima" filmes que, si no, estarían encajonados.

Este año la gran sorpresa para organizadores y realizadores ha sido ver cómo un público más "diverso" ha colmado la mayoría de las funciones, que ya no son perseguidas únicamente por estudiantes de arte y universitarios.

Milena Almira, quien ha concursado con un corto sobre el abuso infantil, indica que "hace cuatro o cinco años nadie entraba a las salas y no se veían los trabajos, pero ahora la gente está motivada".

En opinión del cineasta Fernando Pérez, director de la Muestra en 2009, ya existe un público "que la sigue" y se puede hablar de un "movimiento" heterogéneo de cine joven en Cuba, que en su mayoría está hecho "fuera de la industria" y representa una "mirada necesaria".

"El ICAIC ha tratado de complejizar la realidad cubana, pero esta nueva mirada lo hace con una audacia y una osadía que son propias de una edad determinada. No es que descubran temas, sino cómo los abordan. Son irreverentes y expresan aristas muy complejas que no se ven todos los días", dijo a Efe Pérez, quien tiene en su haber películas como "Suite Habana" y "La vida es silbar".

Este año el documental ha sido el género más representado y perseguido, con obras como "The Illusion", que se llevó un premio especial en el pasado Festival de Berlín, y "Tacones cercanos", que incluye el testimonio de un travesti víctima de la homofobia.

"Tacones cercanos" fue filmado en dos días y su costo no sobrepasó los 250 dólares, un presupuesto elevado para una "casa productora virtual" como la de la realizadora Jessica Rodríguez y sus amigos.

La tecnología digital le ha facilitado a su generación meterse al "fondo" de Cuba, dando más importancia a las ideas que a "la factura" a la hora de retratar el machismo, la marginalidad o los subgrupos sociales.

"Cuando no tienes nada que perder, es más fácil mirar con claridad la problemática de cada día, y esa es una de las cosas que la gente le agradece mucho a nuestro cine", afirmó.

(ADN)




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