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Un guardabosques cuida La Habana
En diciembre de 2006 una brigada del Servicio Estatal Forestal ejecutó la poda extrema de una ceiba centenaria en el barrio de San Agustín, en las afueras de la capital cubana, con el propósito de evitar que una de sus ramas cayera sobre una casa de dos plantas, donde funcionaba entonces un consultorio médico.
"Antes, mi vida en la comunidad era más bien apática", confesó Díaz a IPS. "A partir de esa tala me di cuenta de que había que hacer algo", dijo.
El joven biólogo sacó fotos y grabó videos del árbol dañado, recogió firmas entre los transeúntes que pasaban por el lugar y escribió a decenas de personas para alertar sobre el hecho. Poco después de su denuncia fue contactado por funcionarios del Servicio Forestal para aclarar que lo ocurrido había sido una violación de la orden de poda.
La respuesta positiva de las autoridades y el apoyo de personas e instituciones propiciaron la idea de elaborar el boletín electrónico, El Guardabosques, que se define como "una alternativa en comunicación ambiental".
Esta publicación bimestral, amparada por la Dirección de Cultura del municipio Plaza de la Revolución, donde trabaja Díaz como informático, se distribuye actualmente a más de 500 direcciones de correo electrónico, la mayoría de universidades, institutos de investigación, instituciones culturales y artísticas, dentro y fuera de Cuba.
Cada edición presenta noticias sobre protección ambiental, denuncias de acciones contra la naturaleza, artículos científicos, textos literarios e ilustraciones relacionadas con la ecología, además de documentos legales que norman el cuidado del ambiente.
El Guardabosques invita en cada número a informar los casos de agresión contra los árboles, en cualquier lugar de la isla. Además, pretende convertirse en un medio para que la ciudadanía participe activamente en su propia educación ambiental.
Según el Departamento de Ordenación Forestal del Ministerio de Agricultura, el área boscosa en la provincia Ciudad de La Habana, la menor de las 14 en las que se divide Cuba, alcanzaba en 2006 el 5,6 por ciento de su superficie.
La capital cubana cumple con las normas de la Organización Mundial de la Salud que recomiendan tener 10 o más metros cuadrados de áreas verdes por habitante.
Datos del Servicio Estatal Forestal indican que en La Habana hay 13 metros cuadrados en promedio, que llegan hasta 33 metros cuadrados en las zonas suburbanas.
La ciudad cuenta desde 1996 con un plan de reforestación, conocido como Mi Programa Verde. Sus objetivos fundamentales son "revertir el desastre silencioso de la deforestación en la provincia", lograr un ordenamiento provechoso de los árboles y plantarlos en todos los lugares donde sea posible.
Entre enero y septiembre pasado se habían plantado en La Habana más de 2,1 millones de árboles, que representan casi tres por ciento del total de este país, con 11,2 millones de habitantes.
Se estima que este año el ritmo de reforestación en la isla descienda, luego de que en 2007 se plantaron 136,6 millones de árboles, como parte de la campaña del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
"El arbolado de la ciudad es muy viejo y el más antiguo no es el idóneo, pues se usaron especies agresivas, que pueden perforar cisternas y levantar el pavimento con sus raíces", señaló Díaz.
A su juicio, "hay un pensamiento demasiado instaurado en las personas y las instituciones, para quienes el árbol no tiene la menor importancia". Esa lógica que excluye al árbol del planeamiento urbano sería en cierta medida la causa del "desastre silencioso" que sufre la vegetación local.
Según Díaz, las autoridades de la ciudad tampoco cuentan con los recursos necesarios para reponer los ejemplares talados por otros más adecuados. Además, la brigada del Servicio Estatal Forestal encargada de las podas carece de las condiciones de trabajo y la preparación necesarias para realizar su labor.
La deforestación aumenta en temporada de huracanes, cuando la empresa eléctrica y la telefónica se suman al trabajo de corte de ramas y tala de árboles para proteger los postes y las líneas de transmisión, observó el activista.
La Ley Forestal cubana, de 1999, clasifica al arbolado urbano dentro de los llamados Bosques Recreativos, en los cuales "sólo se permiten cortas de mejora que contribuyan a incrementar su función" recreativa y de saneamiento ambiental.
Díaz se integró este año al Grupo Gestor para el Rescate del Día del Árbol, una iniciativa comunitaria del céntrico barrio del Vedado, que desde 2002 trabaja para recuperar la celebración de esa jornada, establecida en Cuba el 10 de octubre de 1904 por una asociación de vecinos.
Ese grupo creó también el Club de Amigos del Árbol, con el propósito de coordinar las acciones de las personas interesadas en conservar el patrimonio forestal de la ciudad.
Según la tesis de doctorado "La deforestación de la isla de Cuba durante la dominación española (1492-1898)", del ingeniero español Miguel Jordán Reyes, presentada en 2006 en la Universidad Politécnica de Madrid, la isla perdió alrededor del 30 por ciento de su área boscosa durante el período colonial.
En 1959, antes del triunfo de la Revolución encabezada por Fidel Castro, la superficie cubierta por bosques apenas alcanzaba 14 por ciento del territorio nacional. En la actualidad supera el 25 por ciento.

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