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Asiste presidente cubano Raul Castro a inauguración del festival de ballet de La Habana
La sala García Lorca, del Gran Teatro de La Habana, rebosaba de un público conocedor y expectante, cuyo gusto por el ballet se fue formando y sedimentando al ritmo de una compañía en la que se ve reflejado y que cumple ahora seis décadas de vida.

Una compañía que crece en un relevo enriquecedor y continuo, despertando siempre las mismas emociones cuando sus protagonistas aparecen en la escena.

Un sueño amasado a fines de los años 40, a fuerza de voluntad, terquedad y amor a la danza, forjado contra viento y marea, de espaldas a las concesiones; alimentado luego por el triunfo de la Revolución de 1959, desde su raíz misma, y por Fidel Castro en persona.

En el Lorca el desfile esperado, los cuerpos esbeltos tocados por la gracia de la danza. Tersipcore multiplicada. Las edades sucesivas, el triunfo del talento y la perseverancia, los cimientos de una escuela que se impuso en el mundo desde una pequeña isla del Caribe.

Energía y belleza iluminando la escena. Alicia Alonso en el centro recibiendo la ovación cerrada de un público que la reverencia. Fernando, desde su balcón de invitado de honor en la sala, contemplando la obra que lleva también la impronta de sus manos.

Fernando, el maestro.

Hoy celebramos un hecho fundacional de nuestra cultura, de nuestra nación, el nacimiento de una obra artística, ética y espiritual que ha enriquecido la fisonomía de los cubanos y el acervo universal, dijo el ministro de Cultura, Abel Prieto.

Al pasar revista a la trayectoria de la compañía, calificó de heroico su surgimiento en 1948 en medio de las condiciones más adversas y hostiles de una seudorrepública que traicionaba los sueños de José Martí.

Fue una hazaña excepcional, subrayó, aquella lucha librada contra lo imposible. Parecía una utopía irrealizable fundar una compañía de ballet en esas condiciones.

Abel Prieto recordó el rechazo y la cívica postura de Alicia Alonso cuando el régimen de Fulgencio Batista pretendió utilizar, con fines publicitarios el ballet fundado por ella; su voluntad de actuar para su pueblo y ubicar con su arte a Cuba en el mapa del mundo.

El Ballet Nacional pertenece a lo más preciado de la memoria cultural de los cubanos. Es símbolo de quijotismo, de cubanía, de dialéctica martiana y fidelista, en la que se juntan la patria y la humanidad, afirmó.

Después le tocó el turno a la danza y fue el retorno de Alicia bailando de una manera distinta, desdoblada metafóricamente en las zapatillas de los bailarines, volcada como coreógrafa en A la caída de la tarde.

Como final, Tema y variaciones, una obra erizada de dificultades técnicas, con una variación casi inhumana para cualquier mortal común y corriente, que Balanchine perfiló con ella como ideal danzario.

Balanchine jugando con los bailarines y la música, provocándola a ella como en un reto.

Alicia bailaba de nuevo esta noche en el Lorca, desde otra dimensión no menos genuina, la de los bailarines en los que ella habita y se prolonga.

(PL)

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