Este 14 de junio el che cumple 80 años
- Publicado por: admin
- 06 / 14 / 2008
Aun se sienten los ecos de tu risa infantil allá en la argentina ciudad de Rosario. Porque el mito del niño asmático, sobreponiéndose de cada embestida de la enfermedad para jugar al fútbol, te sobrevive. Remonta el vuelo desde la América del Sur para anidar en los picos de la Sierra Maestra. Allí cambiaste el balón por el fusil, la carcajada por la arenga del oficial.
Como cumplirías ocho décadas, seguro los periodistas te preguntarían una vez más, retando al cuerpo y al dios Cronos, si repetirías el viaje en motocicleta con tu amigo Alberto o participarías de las luchas por la liberación en Guatemala, Cuba, el Congo y Bolivia.
La respuesta vendría sazonada de algunos recuerdos casi adolescentes. Sentirías la pena por una tierra maldecida bajo el yugo colonial, el derrocamiento de Jacobo Arbenz y el adiós a las copas que celebraron tu graduación como médico.
Después pensarías en Fidel, cuando lo conociste en casa de María Antonia, en el México de 1956, la travesía en el Granma, Alegría de Pío y los 17 expedicionarios asesinados.
Si vivieras, no les comentarías a los periodistas de tu arrojo en la Sierra, ni de tu ascenso al grado de Comandante. La modestia sólo te permitiría hablar de la Columna No. 4 del I Frente y de la valentía de quienes te siguieron en la epopeya invasora..
De seguro tampoco nombrarías el éxito en tus responsabilidades dentro del Movimiento 26 de Julio en Las Villas. Después participarías en la toma de Santa Clara, esa ciudad que hoy te recuerda desde cada calle, desde sus escuelas, en la mirada inquietante de tus ojos en el Memorial.
Del regocijo de Fidel por el triunfo del 59 sí hablarías, y mucho. Por momentos, un velo de tristeza aquietaría tu entusiasmo recordando a los caídos, pero te repondrías al afirmar que la libertad de la Patria exige sacrificios y era un honor morir por ella.
Entonces, cortésmente, quizás pedirías permiso a los reporteros y “darías una vueltecita” por el Banco Nacional de Cuba. O te fumarías un tabaco con Enrique Oltuski, durante los minutos de descanso que te tomaras en el Ministerio de Industrias.
De allí saldrías corriendo para el trabajo voluntario en la textilera y los cañaverales. Después prepararías tus intervenciones ante la Asamblea General de la ONU y la Reunión en Punta del Este en el Uruguay de 1961.
Aun reservarías tiempo para escribir los Pasajes de la Guerra Revolucionaria, La Guerra de Guerrillas, el Mensaje a la Tricontinental, El socialismo y el hombre en Cuba.
Sin miramientos, volverías a despedirte de Fidel y su pueblo, pues otras tierras del mundo reclamaban el concurso de tus modestos esfuerzos. A solicitud de Gastón Soumialot y junto a otros voluntarios cubanos lucharías en el Congo contra el imperialismo. Ávido de justicia, colmado de luz, dirigirías después el movimiento guerrillero en Bolivia.
También hoy, si vivieras, recordarías junto a éste tu pueblo, al Titán de Bronce. Homenajearías a Maceo, en su aniversario 163, desde la más simple postura hasta la grandiosa certeza del deber cumplido. Confesarías que de la sangre de los Grajales, como del seno de la Patria, se nace héroe.
El 14 de junio hubieras cumplido 80 años, pero liberaste a la muerte en la Quebrada del Yuro. Hoy, si vivieras, no cejarías en el intento de hacer de este, un mundo mejor. Un espacio para los que fundan, los que crean, los que llevan por sobrenombre un amigo: Che.
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